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Israel: Innovación e Inspiración

El actual gobierno se ha planteado la meta de alcanzar el desarrollo el 2018. El desafío, aunque factible, es muy exigente, ya que significa superar la tendencia que la economía chilena ha tenido en la última década. Esta ralentización del crecimiento está relacionada principalmente a la caída en la productividad. Basta recordar que los países que han podido hacer la transición desde economías de ingreso medio a alto han mantenido un crecimiento de la productividad superior al 1,5% al año durante periodos prolongados. Chile se enfrenta a una situación poco alentadora desde la perspectiva de la productividad y del crecimiento de largo plazo. La época de oro en donde la productividad crecía por sobre el 2% anual en promedio, fueron ganancias derivadas de un proceso de cambio estructural que habría permitido aprovechar la disponibilidad de nuestros recursos naturales. Sin embargo, debido a la falta de innovación empresarial, la posibilidad de aumentar la productividad dentro de cada empresa y la diversificación y sofisticación de los productos exportados se habrían limitado.

Desde los estudios de Robert Solow, sabemos que la innovación tecnológica es la principal fuente de productividad y crecimiento. Por lo tanto, cabe preguntarse, ¿qué se debe hacer para que la innovación y el emprendimiento se conviertan en nuestro Santo Grial?, ¿cómo se logra para que los emprendedores e innovadores sean referentes en nuestra sociedad?

Una respuesta puede estar en la experiencia de Israel y que algunos la han catalogado como un milagro económico. En efecto, la falta de recursos naturales, el conflicto geopolítico, son sólo algunas de las desventajas que asume este país y que logra superar.

En este sentido los números hablan por sí solos. Israel tiene la mayor densidad de emprendimientos per cápita en todo el mundo, y el que tiene más empresas listadas en el Nasdaq después de Estados Unidos. Es el país que más invierte en I+D, con un 4,5% del PIB, mientras que en Chile sólo alcanza un 0,4%. La inversión en capital semilla per cápita es 2,5 veces mayor que en EE.UU., 30 veces más que en Europa y 350 veces más que en India o Brasil. Con apenas 7,4 millones de habitantes, atrae más inversión en capital riesgo que Francia o Inglaterra.

Ahora bien, aunque no toda la experiencia israelí es replicable, hay ciertos ejemplos que se pueden imitar y adaptar. Así por ejemplo, Israel confió en el proceso migratorio. Los inmigrantes han sido parte fundamental de su proceso de desarrollo, a través de su propia capacidad para innovar y asumir riesgos. Asimismo, Israel ha desarrollado fuertemente su Sistema Nacional de Innovación. Éste ha permitido el desarrollo sostenido de su capital humano avanzado, I+D y los incentivos a la innovación empresarial. Todo lo anterior ha sido apalancado por un mayor impulso al capital de riesgo. 

No obstante lo anterior, la principal diferencia entre Chile e Israel está en la cultura innovadora y emprendedora. Israel dispone de un ecosistema que desarrolla la capacidad para asumir riesgos, que promueve el ensayo y error, y que fortalece el pensamiento disruptivo.

La experiencia de Israel muestra que nada limita a un país innovar, ni siquiera la falta de recursos. La inspiración en este milagro económico nos permitiría impulsar y desarrollar de mejor manera los fondos de capital riesgo, la creación de centros tecnológicos y la captación de capital humano de clase mundial. Por último, pero no menos importante, debemos aprender a premiar el espíritu innovador y emprendedor.