Hero Image

Noticias

La urgente modernización del Estado

Por Matías Lira:

Estos últimos días hemos sido testigos de la acalorada discusión de dos proyectos de ley en el Congreso. Por un lado, la tramitación de una ley corta que permitiera, en parte, solucionar los errores detectados en el padrón electoral, el cual sufrió 467 mil cambios de domicilio sin autorización de los afectados, y por otro la tramitación de la ley de Presupuesto que definirá la magnitud y propósito del gasto público para el próximo año.

¿Qué podrían tener en común ambas discusiones? En el primer caso la necesidad de dicho proyecto de ley –frustrado- se originó por la incompetencia y serios problemas de gestión de dos servicios públicos: el Registro Civil y el Servicio Electoral, los cuales, a través de sus directores, se enfrascaron en una surrealista discusión marcada por acusaciones cruzadas sobre la responsabilidad en los hechos.

En el segundo caso se discute sobre la aprobación o rechazo de distintos presupuestos que incluyen el financiamiento del aparato público. Nadie en su sano juicio podría negar la necesidad de financiamiento para dicho fin, pero a la vez somos muchos a los que nos gustaría ver un análisis crítico y profundo en relación a cómo hacer que este aparato se modernice en pos de un mejor servicio y apoyo a la ciudadanía. Buenos ejemplos existen, como fue la implementación hace algunos años de Chile Atiende o la reforma estructural que experimentó hace más de diez años el vilipendiado Servicio de Impuestos Internos. Lamentablemente, en Chile tendemos a ideologizar en extremo la discusión sobre el Estado, concentrando la fuerza de los argumentos en el tamaño e injerencia de este y poco invertimos en que más allá de su tamaño se caracterice por una gestión más efectiva, moderna y con profesionales de primer nivel.

Un ejemplo de lo anterior es que cada vez que un tema alcanza relevancia nacional, en general producto de un conflicto o tragedia que afecta a un grupo o comunidad específica, la reacción inmediata sea la creación de ministerios, subsecretarías, departamentos, etcétera. Lamentablemente una vez creadas dichas organizaciones se produce una seudo relajación en la discusión, que vuelve a estallar con curioso asombro al constatar los errores e inoperancia de los mismos servicios que fueron creados con el noble propósito de solucionar los problemas que justificaron su creación.