Por Gonzalo Jiménez
Las empresas que triunfan son aquellas que saben ver lo que otros no vieron. Aquello que les significó poco en inversión y les generó un gran crédito.
Black swan” (“cisne negro”). Así se conoce la teoría de Nassim Nicholas Taleb, que habla de eventos sorpresa que generan gran impacto. Casos atípicos, que llevados al ámbito empresarial están fuera de toda expectativa regular, porque no hay nada en el pasado que pueda apuntar de manera convincente a su posibilidad y que por ello generan una marca extrema. La teoría agrega otro dato interesante. Después del hecho, cual general después de la batalla, el evento es racionalizado por retrospección como si pudiera haber sido esperado. En otras palabras, no podemos predecirlo pero, una vez que ocurre, pensamos que lo veíamos venir.
¿Hay algo de esto en lo ocurrido en el Metro? ¿Está el Metro preparado para lo altamente improbable? ¿Era improbable? Una bomba en las cercanías de una estación y luego una falla eléctrica que afectó tres de sus cuatros líneas. Claramente son dos hechos de alto impacto y -hasta hoy- los que mayores problemas han generado al transporte público.
Siguiendo con la teoría de Taleb, el problema más grave no es la magnitud de los sistemas de predicción (que los hay), sino la falta de conciencia que tenemos de los mismos. Nos cuesta aceptar que lo que no sabemos es más importante que lo que sabemos.
Parte de esa pega está en los gobiernos corporativos, que tienen como misión reconocer debilidades, quién decide, cómo resuelvo conflictos. Acá claramente no hubo orden alguno y la pregunta que nos debe quedar con lo ocurrido en el Metro es qué pasa en otras empresas. Firmas públicas o privadas, ¿están preparadas para un “black swan”?
Toda institución debería aprovechar esta instancia para revisarse. A la hora de tomar decisiones, ¿nos basamos en una cierta información? ¿Dejamos de lado lo que estadísticamente es improbable? Y eso improbable -de pasar- ¿qué daño nos genera? ¿Hay planes de acción? ¿Quién los lidera?
Debemos dejar la ceguera a los “cisnes negros”. Las empresas que triunfan son aquellas que saben ver lo que otros no vieron. Aquello que les significó poco en inversión y les generó un gran crédito, la base del emprendimiento y reemprendimiento está en captar lo que a otros se les escapa. La base de la tranquilidad empresarial es la anticipación a los conflictos.