Columna Vesna Mandakovic
Directora Instituto de Emprendimiento UDD
Trade News
09 de noviembre 2020
Uno de los motores fundamentales para que las empresas salgan de su zona de confort es la competencia. Mercados que presentan altos niveles de competencia, en los que los incumbentes se ven desafiados de manera constante, son terreno fértil para que se genere innovación dentro de las organizaciones. La competencia provee incentivos para que las empresas destinen recursos para invertir en nuevas tecnologías, mejorar sus prácticas gerenciales y eliminar ineficiencias.
La “comodidad” que otorga la falta de competencia deriva, generalmente, en una desconexión de las empresas con sus consumidores, trabajadores y entorno, lo que es contradictorio con los procesos de innovación que requieren una comprensión genuina y empática de lo que ocurre en el ecosistema en que se desarrollan.
La competencia en los mercados tiene efectos positivos tanto para las empresas incumbentes como para la generación de emprendimientos innovadores. El desafío para ambos es identificar oportunidades en industrias y mercados que ya están siendo “explotados” y generar nuevas propuestas de valor en torno a ellas.
La pregunta entonces es ¿cómo asegurar que todos puedan correr y competir, generando mayores niveles de innovación, pero de una manera en que la vallas en la pista sean las menos posibles? Y si hubiesen vallas, que estas sean predecibles y al menos las mismas para todos los competidores.
Ejemplo de ello son las regulaciones sanitarias. Estas son numerosas y afectan a casi todos los sectores productivos, ya que velan por la salud de las personas. Se otorgan y fiscalizan en base a criterios regionales de los Seremis, lo que hace que no se apliquen necesariamente las mismas reglas en todas partes. También se ha acumulado y se han sumado a regulaciones ambientales que se refieren a temas similares, generándose duplicación de regulaciones, lo que aumenta la carga. Su elevado número y la diversidad de criterios que existen para su cumplimiento, las convierten en una valla importante para los emprendedores, especialmente aquellos con procesos o productos que representan innovaciones. No hay duda de que son necesarias para resguardar la salud de las personas, pero necesitan una revisión para que su aplicación sea más eficiente y no atenten contra la competencia en los mercados.
La institucionalidad puede velar por la competencia en los mercados. En Chile las barreras que enfrentan los emprendedores pueden llegar a ser agobiantes -como ocurre en la industria sanitaria- y poner en riesgo la concreción de sus proyectos. Así, el exceso de regulación puede llevar a frenar los emprendimientos.