Se trata del paper “The Economic Impact of the violence in southern Chile”, elaborado por ambos investigadores de la Facultad de Economía y negocios de la Universidad del Desarrollo.
Fuente: El Mercurio – Domingo 27 de octubre, 2024
“The Economic Impact of the violence in southern Chile” (“El impacto económico de la violencia en el sur de Chile”) se llama un estudio que calcula el impacto económico que ha tenido el conflicto violento que vive la Región de La Araucanía en Chile, desde hace varias décadas.
El paper de los académicos Cristián Larroulet y Jean Sepúlveda fue publicado por la prestigiosa revista Applied Economics —especializada en aplicaciones de teoría económica a problemas concretos— y destaca la metodología empleada que permite “construir un contrafactual” de lo que habría ocurrido en la zona sin los actos de violencia.
Otro dato interesante es que el resultado del estudio compara el caso de la región chilena con el impacto de la violencia que sufrió el País Vasco, en España, durante los años en que operó el grupo terrorista ETA.
En el estudio, el exministro Larroulet y Sepúlveda, Ph.D. de North Carolina —ambos, investigadores de la Facultad de Economía de la Universidad del Desarrollo—, emplean el método de “control sintético” para construir el contrafactual; esto es, el PIB per cápita de la región si la violencia terrorista no hubiese ocurrido.
En el desarrollo asumen que la escalada de violencia en la zona se inicia en 1997. Cabe recordar que en diciembre de ese año, tres camiones de forestal Mininco —filial de CMPC— fueron incendiados en la localidad de Lumaco, cerca de Malleco, en la IX Región. Ese fue considerado el primer “acto violento” del hoy instalado conflicto en la zona y marcó también la irrupción de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM).
A partir de esa fecha, Larroulet y Sepúlveda reconstruyen el desempeño que habría tenido el PIB per cápita de La Araucanía, en el período 1998-2019, y al compararlo con el PIB efectivo estiman que la pérdida de ingresos per cápita alcanza, en promedio, al 22%.
“Una pérdida del 22%, promedio, es altísima, incluso al comparar con conflictos en otros países”, explica Jean Sepúlveda.
Eso se traduce en que el PIB per cápita de dicha región es US$ 2.589 más bajo, en promedio, de lo que habría sido sin violencia.
Dicho resultado impacta —afirman ambos autores— al compararlo con otros conflictos en el mundo. Por ejemplo, se estima que el terrorismo de la ETA costó al País Vasco alrededor del 10% del ingreso per cápita; a su vez, el terrorismo en Turquía habría costado cerca del 21% del PIB per cápita.
El estudio considera que la diferencia entre el PIB efectivo y el contrafactual puede ser el resultado de una serie de impactos negativos que produce la violencia en una economía, tales como destrucción de capital físico, incertidumbre, en el mejor de los casos retrasa la inversión, aunque probablemente la traslada a otras zonas; además del gasto del Estado en servicios de menor retorno como la seguridad.
De hecho, sostiene que se ha mostrado que la violencia no solo genera pérdida de vidas, sino que además tiene un impacto negativo en la educación —aumenta ausentismo y baja rendimiento—, con el consiguiente efecto en el bienestar de largo plazo de las familias afectadas directa o indirectamente por el conflicto.
“Aunque no descomponemos la pérdida, no es difícil argumentar que esta se debe no solo a la destrucción de capital físico producto de los ataques, sino también a las inversiones que se dejan de hacer debido al conflicto y el consiguiente efecto en crecimiento de largo plazo”, agrega Sepúlveda. “Como concluimos en el paper, citando a North y asociados (2000): ‘Sociedades exitosas requieren los medios para asegurar el orden político’”, agrega.
“Nuestra investigación —suma Larroulet— aporta una información relevante para promover políticas públicas que posibiliten el orden público y el Estado de Derecho. Serían los pobres de la región los principales beneficiados”.
De hecho, los autores reflexionan sobre este resultado, considerándolo “lamentable”, ya que se trata de una de las regiones más pobres del país, pero además, impide mayor inversión nacional y extranjera en la zona, profundizando su atraso.