José Ernesto Amorós
Director de Investigación FEN UDD
No cabe duda que ambos términos, emprendimiento e innovación, están de moda en Chile. Casi todos los días los diversos medios masivos de comunicación resaltan una nota relacionada con esto. Si bien la agenda comunicacional ha estado copada con temas coyunturales (muy importantes sin duda) como la educación o la crisis en Europa, resulta muy interesante observar este fenómeno. Algunos ejemplos de este tipo de noticias son anuncios de la efectividad de los programa o políticas de gobierno (subimos dos lugares en el ranking “Doing Business” del Banco Mundial), iniciativas público- privada de apoyo a emprendedores (por ejemplo el programa Start-up Chile) o las noticias sobre nuevas empresas (más de 36 mil nuevas empresas creadas en los primeros ocho meses del año 2011). El denominador común es que todas estas noticas resaltan la importancia que la innovación y el emprendimiento tienen para el desarrollo del país. Todo esto me parece extremadamente positivo. De hecho, reafirma algo que hemos venido midiendo a través del proyecto Global Entrepreneurship Monitor, GEM que realizamos todos los años en la Facultad de Economía y Negocios de la UDD: la valoración social del emprendimiento (y la innovación como consecuencia) se ha incrementado en los últimos años. En concreto hemos monitoreado la opinión de más de 400 expertos (académicos, funcionarios públicos, profesionales, inversores y emprendedores) en 11 regiones del país. Uno de los aspectos que más ha mejorado es la precepción sobre el apoyo que las normas sociales y culturales dan a los individuos emprendedores. Sin embargo parece que estamos olvidando algo básico: ¿qué debemos entender por emprendimiento e innovación? Parafraseo una típica pregunta que me han hecho incontables veces ¿son sinónimos emprendimiento e innovación? Obviamente que no. Me remito a lo básico: las definiciones de la vigésima segunda edición del Diccionario de la Real Academia Española. Emprendimiento es “acción y efecto de emprender”; emprender es “acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro”. Innovación es “acción y efecto de innovar” y en su segunda acepción es “creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado”. Entonces ¿todos los emprendedores son innovadores? No, desafortunadamente no. Por más que emprender un negocio implique riesgo y peligro no todos los emprendedores son capaces de ser exitosos en el mercado tal como lo dice explícitamente la definición de innovación. ¿Toda innovación es emprendimiento? Tampoco; hay mucha innovación, en Chile la mayoría, que se realiza en el seno de grandes empresas o es resultados de investigaciones en diversos tipos de organizaciones. Lo que más necesitamos en Chile son justamente emprendedores innovadores, esos que generan valor añadido, crecen y crean empleo. Esos que impactan de manera definitiva en el crecimiento y desarrollo económico. La experiencia internacional nos dice que no más del 3,5% de las empresas que se crean son de esta categoría. La excelente noticia es que si efectivamente logramos seguir con este ritmo de creación de nuevas empresas, este año potencialmente habrá más de 1000 empresas de alto impacto en el país. Mi invitación es que justamente todos, gobierno, académicos y privados trabajemos para ayudarlas. Esto también sería ayudar a la innovación.