Por Cristián Larroulet:
Más del doble de empresas que el 2014 se presentaron este año para adjudicarse licitaciones de suministro eléctrico. Este gran aumento de oferentes, producto de la nueva Ley de Licitaciones Eléctricas, revela que cuando el Estado cumple eficazmente el rol que le corresponde estableciendo normas claras y justas, estimula la competencia de las empresas privadas con el consiguiente beneficio de los consumidores.
El incremento de empresas oferentes también echa por tierra el principal argumento esgrimido por el Gobierno en favor del ingreso de ENAP al mercado eléctrico. En efecto, el ministro Pacheco se equivocó al enviar el proyecto de ley que permite la participación de Enap en la generación de energía. Ese proyecto no se justifica, más aún, es contrario a la competencia en el sector.
El error del ministro demuestra la gravedad de la ley que el Gobierno está ad portas de aprobar y que tendrá un enorme impacto negativo en el desarrollo de la energía eléctrica nacional, pues autoriza a ENAP para ingresar en la industria generadora, permitiendo así que el Estado empresario regrese al sector. Esto tendrá un sinnúmero de consecuencias negativas para el sector y el país en general.
En primer lugar, daña la competencia, aspecto clave para el buen funcionamiento de una industria. Recordemos que ENAP es una empresa monopólica que ingresaría a un mercado como el de la energía eléctrica, que también posee características oligopólicas estructurales por lo cual debe ser regulado por la autoridad ¿Acaso no dificulta la competencia que una empresa monopólica en un insumo se integre verticalmente hacia adelante?
El perjuicio a la libre competencia resulta aún más evidente al recordar que el presidente de ENAP es, al mismo tiempo, el regulador de los servicios eléctricos, ya que esta empresa es presidida por el ministro de Energía quien fija precios y dirige a las entidades fiscalizadoras. Al respecto, cabe recordar que existen recomendaciones del Comité de Competencia de la OCDE que van en sentido contrario a lo que se está proponiendo con ENAP. Esta presencia ENAP como competidor desleal va a reducir la entrada de nuevas empresas al mercado en el mediano y largo plazo, produciendo el efecto contrario al buscado. Esa ha sido la experiencia en nuestra historia.
En segundo lugar, la presencia de ENAP en el mercado dañará a la propia empresa estatal dada su conocida debilidad económica y financiera. Recordemos que su relación de pasivos a patrimonio fue el año pasado de 9,3 veces, siendo el promedio de deuda de las empresas en Chile de 2,6 veces el patrimonio. Incluso más, el año pasado el fisco, o sea todos los chilenos, realizó un aporte de capital de US$ 400 millones para aliviar su excesivo endeudamiento, lo que ha permitido mejorar su posición durante el presente año.
Los antecedentes señalados muestran la gravedad para una sana política fiscal y de competencia de la propuesta que comentamos. Es de esperar que el Gobierno recapacite y no regresemos al fracasado modelo de Estado Empresario en la generación de energía.