Hernán Cheyre
Diario Financiero
Viernes 12 de junio
Horas cruciales se viven en la discusión del acuerdo entre Gobierno y oposición.
Ojalá se logre consensuar un conjunto de medidas orientadas a fortalecer los mecanismos de ayuda a los sectores que se están viendo más afectados en esta coyuntura, a proteger los puestos de trabajo y el funcionamiento del aparato productivo del país, y a sentar las bases para una más rápida reactivación de la economía, única fuente estable de generación de ingresos para las personas y para el Estado.Esta es la hora en que la búsqueda de un objetivo común exige generosidad de parte de los actores involucrados, sin propuestas maximalistas. No obstante los esfuerzos que está realizando el Gobierno, modificando su postura inicial tanto en lo relativo al volumen de recursos fiscales a comprometer, como a la mantención de las medidas de apoyo durante un período más prolongado—recogiendo así sugerencias emanadas de sectores de oposición-, la piedra de tope estaría ahora en las propuestas gubernamentales para abordar la etapa de la reactivación.
A raíz de estas discrepancias han surgido voces que proponen separar la discusión global en dos áreas, finiquitando ala brevedad todo lo relativo a las medidas de apoyo para enfrentar la emergencia, y dejando para una etapa posterior los componentes que podrían vincularse con la etapa de la reactivación. Plantearse ante esta disyuntiva con una lógica de compartimientos estancos implica no entender el problema en toda su dimensión.
Para que lo primero -lo urgente- sea posible y tenga sentido, es fundamental dejar establecido desde ya condiciones e incentivos para que lo segundo -lo fundamental- pueda darse.
De lo contrario, se estará construyendo un escenario que no será sostenible.No cabe duda de que la restricción fiscal es un obstáculo que actúa como límite natural a las múltiples demandas que surgen desde diversos flancos, y por tanto el contenido del acuerdo deberá ceñirse a esta realidad.
Pero esta discusión, que se ha circunscrito esencialmente al ámbito fiscal, no debe hacer olvidar que el impulso Reactivador de la economía no va a depender sólo de los recursos fiscales que se lo gre comprometer para iniciativas de gasto público o de índole tributaria, sino que hay mucho espacio para “políticas de oferta” que se relacionan con temas regulatorios.
Considerando que, como consecuencia de esta pandemia, el número de empresas que va a enfrentar necesidades de reorganización o de liquidación va a ser muy elevado, el volumen de recursos productivos reales que va a quedar transitoriamente sin uso o en compás de espera -tanto de capital como de trabajo- va a ser también muy significativo, lo cual podría obstaculizar una recuperación más vigorosa.En este sentido, cabe destacar positivamente el esfuerzo que está realizando el Ministerio de Economía por introducir modificaciones a la ley de reemprendimiento e insolvencia, facilitando el acceso a este mecanismo a un mayor número de empresas de menor tamaño.
Bajo una lógica similar hay todavía mucho por avanzar en materia de simplificación de trámites, de reducción de burocracia y de permisos para impulsar el necesario reemprendimiento que deberá florecer.
Son muchas las iniciativas que continúan empantanadas en el Congreso.Las necesidades de mayor gasto público actúan como un imán en la discusión pública, concentrando la atención, pero los desafíos pendientes de resolver para generar una reactivación sostenible van mucho más allá de esto.El impulso reactivador no va a depender sólo de los recursos fiscales que comprometan para gasto público o incentivos tributarios; hay mucho espacio para “políticas de oferta” en temas regulatorios”.