Erica Salvaj
Diario Financiero
Lunes 03 de agosto
Tal como lo plantea la Biblia, siempre existe el desafío de reconocer y recoger la mies, es decir los frutos y las oportunidades que están prontos pero que muchas veces no sabemos aprovechar por no tener los “obreros” adecuados. Esta pandemia dejo en evidencia innumerables oportunidades. Por ejemplo, se requiere producir vacunas o crear empresas innovadoras que generen nuevos puestos de trabajo para mitigar el creciente desempleo. Pero ¿contamos con los “obreros” apropiados para recolectar con premura esta “mies” que no espera? Lamentablemente no. Entonces, para reclutarlos, ¿Qué características debieran tener los candidatos idóneos?
Primero, vocación de servicio, motivación, compromiso y aprovechamiento constructivo de las oportunidades. Los doctores-investigadores suelen reunir estas condiciones. Por su conocimiento, tienen capacidad de acción y pueden transformar un artículo de investigación en formas novedosas de hacer “tests” o en un instituto de “data science” para analizar movilidad urbana. Sus habilidades pueden utilizarse de múltiples formas y son adaptables a contextos inciertos y cambiantes. En Chile, a pesar de contar con buena ciencia, la comunidad de doctores-investigadores no supera el 2% de la población en edad laboral, cuando el promedio de la OCDE es más del 8%. Sin masa crítica, no hay impacto en el desarrollo.
Segundo, estos “obreros” necesitan redes de apoyo para defender sus temas y resolver problemas. Las redes amplias, diversas, permiten canalizar los pensamientos, ideas y las acciones individuales hacia los demás, fuera y dentro de sus organizaciones. Además, facilitan el encuentro de mundos diversos, la innovación y mejoras en la productividad. Tendiendo puentes entre universidades, empresas y el gobierno se desarrollarían productos y servicios para resolver las necesidades que generó esta pandemia y mejorando los sistemas de logística, de extracción de recursos naturales y el desarrollo de start-ups de base tecnológica para modernizar el estado o el sector salud.
Tercero, los “obreros” tienen que influir, tener los mecanismos de atracción y empuje para dar forma a políticas aplicables a individuos y empresas. Esto incluye desarrollar estrategias de influencia tanto en el Estado como en el Sector Privado para liderar un cambio cultural para que las empresas acojan a más investigadores. El actual contexto presenta una excelente oportunidad para reflexionar sobre como instalar a la ciencia y la transferencia del conocimiento científico en el corazón del Estado y de las empresas. Los mundos de la política, de la empresa y la ciencia deben dialogar, entenderse, colaborar con generosidad para transformar esta tragedia en una instancia de creación del capital humano que Chile necesita para el futuro.
ES UNA DEMANDA DE NUESTROS TIEMPOS, los “Obreros” son pocos, es hora de sumar esfuerzos para reclutarlos y ponerlos al servicio de la “Mies”. ¿Cómo? En primer lugar, incrementando la diversidad de conocimiento en los equipos que definen las estrategias de largo plazo, como los directorios. Es decir, se necesitan más científicos en los directorios y más ejecutivos en los laboratorios. Segundo, las empresas debieran destinar recursos al reclutamiento y formación de doctores industriales, haciendo uso del Programa de Atracción e Inserción de Capital Humano Avanzado de Conicyt que es poco conocido y utilizado. Finalmente, las Escuelas de Negocios y las Oficinas de Transferencia de Tecnología de las Universidades locales podrían crear proyectos que faciliten la implementación y la gestión del conocimiento e innovación en las empresas.