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Columna Hernán Cheyre: ¿QUÉ POLÍTICAS DE DESARROLLO PRODUCTIVO?

Hernán Cheyre
Director CIES UDD
El Mercurio
Lunes 12 de octubre 2020

Más allá de los desafíos de corto plazo que significa poner en marcha la economía nuevamente, también se está generando mayor conciencia acerca de la necesidad de recuperar el potencial de crecimiento de mediano y largo plazo, y en la búsqueda de soluciones para revertir esta situación nuevamente se ha instalado el debate acerca de si las intervenciones estatales deben tener el sello de la neutralidad, sin privilegiar sectores específicos, centrándose en la creación de condiciones de entorno favorables para el emprendimiento y la innovación, en la provisión de los bienes públicos requeridos, y en la corrección de asimetrías, de externalidades y de problemas de coordinación; o, si debe el Estado jugar un rol más proactivo, apostando por desarrollo de sectores específicos.

Posiciones divergentes sobre este tema se arrastran desde hace bastante tiempo, lo cual se ha traducido en políticas de distinto signo que se han venido alternando en gobiernos sucesivos. No obstante estas diferencias, algunos avances se han producido en la discusión, entre los cuales destaca un cambio de foco en el sentido de reemplazar la priorización de sectores –donde el Estado no tiene la información de que dispone el mercado para tomar decisiones de inversión– por el lanzamiento de ‘desafíos’ o ‘retos’ nacionales, que apuntan a resolver problemas específicos que el país se propone como metas prioritarias. Por ejemplo, la reducción de la contaminación ambiental en todo el país, o destinar recursos para poder abordar de mejor forma los problemas que surgen como consecuencia de los desastres de origen natural que permanentemente nos están afectando, son propuestas absolutamente legítimas, que trascienden a sectores productivos específicos.

Este cambio de enfoque ha permitido subsanar una diferencia importante entre los partidarios de una u otra opción, pero un riesgo que se corre es que a través de los ‘desafíos’ planteados se esté disfrazando una selectividad sectorial con otro nombre, habiendo una delgada línea roja que los separa. Por ejemplo, plantear como ‘desafío país’ el fortalecimiento de las capacidades en la generación de energía solar –sin perjuicio de la importancia que esto de por sí reviste, pero que podría abordarse a través de mecanismos de mercado, sin subsidios especiales, con un rol del Estado centrado en la facilitación de instancias de coordinación público-privada, huele más a selectividad sectorial que a un auténtico ‘desafío país’ que logre comprometer a la ciudadanía. Es por esto que reviste gran importancia que en la selección de los ‘desafíos’ se otorgue participación a los ciudadanos, a través de modalidades que habría que diseñar para lograr movilizar a las personas en la búsqueda de objetivos comunes.

HERNÁN CHEYRE V., CENTRO DE INVESTIGACIÓN EMPRESA Y SOCIEDAD (CIES) U. DEL DESARROLLO