Hernán Cheyre
Centro de Investigación Empresa y Sociedad UDD
La Tercera
09 de noviembre 2020
En el debate público está surgiendo nuevamente la discusión acerca del rol que le cabrá desempeñar a la actividad emprendedora privada para lograr encaminar nuevamente a Chile en la ruta hacia un desarrollo integral. ¿Es compatible este objetivo con un ordenamiento institucional basado en la libertad de emprendimiento como eje central? ¿De qué depende que un esquema de este tipo tenga validación y legitimidad ante la ciudadanía? Habiendo evidencia de que el gran salto que experimentó la economía chilena durante las últimas décadas tuvo en la actividad emprendedora su motor fundamental, la pregunta es cómo retomar el camino, introduciendo los ajustes que sea necesario para lograr un crecimiento más inclusivo y del que todos se sientan parte.
En un contexto de fuerte cuestionamiento al mundo empresarial tradicional, tanto por los privilegios que significaron antiguas políticas industriales altamente discriminatorias, como por los casos de abusos en que incurrieron algunos grupos y que tuvieron alta connotación pública, el «camino del emprendimiento» otorga una salida que permite compatibilizar distintos objetivos. Los nuevos emprendedores tienen buena aceptación en la ciudadanía, por cuanto su actuar se asocia al esfuerzo y al mérito, y están en condiciones de asumir mayores riesgos para buscar soluciones innovadoras a problemas tradicionales. El concepto de emprendedor como «agente de cambio», capacitado y empoderado para actuar en la solución de problemas en todos los ámbitos, es una poderosa fuerza que resulta especialmente atractiva para las generaciones más jóvenes, y que debe ser potenciada. Es por ello que el emprendimiento está llamado a desempeñar un rol fundamental en el Chile que viene. Contrario a lo que se cree, el emprendimiento no se circunscribe a las élites del país. Son personas provenientes de los distintos estratos socioeconómicos las que están participando en la ola emprendedora que hoy se observa y, lejos de ser algo contradictorio con la búsqueda de la inclusión y de una mayor igualdad de oportunidades, el emprendimiento constituye una poderosa herramienta para la movilidad social.
¿Cómo lograr «reencarnar» en el potencial emprendedor de las nuevas generaciones, la fuerza creadora de la actividad privada que impulsa el crecimiento económico? Habiendo muchas aristas, la clave fundamental está en lograr una cancha lo más pareja posible, con mercados verdaderamente competitivos, donde nuevos emprendedores puedan «desafiar» a los actores tradicionales. En un contexto así no hay espacio ni para el abuso ni para la discriminación, porque quien intente conductas de este tipo sería desplazado por sus competidores. El «camino emprendedor» al desarrollo es una ruta que debería ser fortalecida, y en la construcción de este camino el Estado tiene también un importante rol que cumplir, creando las condiciones requeridas para operar en una cancha nivelada.