Hernán Cheyre
Director CIES UDD
28 de mayo 2021
El Mercurio
Siendo evidente que un gran número de empresas de menor tamaño se han visto severamente afectadas en el transcurso de la pandemia, cuando se habla de apoyo a las pymes es importante distinguir entre las ayudas orientadas a superar una situación de iliquidez transitoria y los apoyos requeridos para que las empresas puedan volver a insertarse en el circuito productivo en un nuevo contexto.
En este segundo grupo se encuentran todas aquellas que deberán adaptarse a un entorno crecientemente digital, con mayor teletrabajo y con un mayor uso del comercio electrónico.
Desde esta perspectiva, facilidades para cumplir con las obligaciones previsionales y tributarias hacen pleno sentido como medida de carácter transitorio para todas.
En el caso de las transferencias no reembolsables de carácter universal —subsidio de monto fijo a todas las pymes, al margen de su situación financiera—, la situación es menos clara.
Por incómodo que resulte el tema, no se puede soslayar el hecho de que no todas las pymes que se han visto afectadas van a poder subsistir en la etapa que viene, al margen de las ayudas financieras de corto plazo que se les pueda entregar.
Y esto va a ser consecuencia no necesariamente de una falta de apoyo, por cuanto habrá casos en que su modelo de negocio no va a seguir siendo viable y otros en que, como consecuencia del contexto de una economía menos dinámica, no van a tener demanda suficiente por sus productos o servicios.
Más allá de las ayudas transitorias requeridas, lo recomendable sería que los apoyos se concentraran en facilitar el funcionamiento de las pymes en la etapa que viene, y también ayudando a la reconversión de aquellas que necesitarán “reinventarse” o partir de nuevo.
En esta línea, además de la orientación y capacitación que se va a requerir, sería necesario adecuar los mecanismos de subsidios a la contratación adecuándolos a la realidad de las pymes, pero ello debería ir aparejado de una mayor flexibilidad para la contratación de trabajadores.
Y para todos aquellos que van a reemprender, y que con mucha facilidad actualmente pueden organizar una nueva empresa en un día, resulta fundamental agilizar todo lo relativo a los permisos para operar.
Un reciente informe de la CNP indica que, en promedio, una microempresa demora aproximadamente 6 meses en la obtención de permisos, lo que para las pymes en general se eleva a 1-1,5 años, y todo ello dependiendo de si se requiere o no un permiso sanitario.
Aliviar la carga estableciendo mecanismos de fast-track puede ser mucho más efectivo que el siempre más fácil recurso de optar por soluciones que privilegian la entrega de recursos financieros.