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Columna de Hernán Cheyre: «Definiciones económicas»

Hernán Cheyre
Director CIES UDD
Diario Financiero
Viernes 9 de julio

Hay bastante consenso en que la disminución en la Productividad Total de Factores (PTF) es la causa fundamental de la tendencia al estancamiento que viene mostrando la economía chilena. De acuerdo a las estimaciones de la Comisión Nacional de Productividad, durante el período 1990-2000, en el que se registró un crecimiento promedio anual del PIB de 6,2%, la contribución de la PTF fue de 2,3 puntos porcentuales, mientras que en el lapso 2000-2015, con un expansión promedio anual del PIB de 3,9%, la contribución de la PTF fue de solo 0,1 puntos porcentuales de ese total, observándose que los factores productivos capital y trabajo tuvieron una contribución similar en ambos períodos (2,5 y 1,3 puntos porcentuales, respectivamente).

Los programas presidenciales de los candidatos de izquierda no desconocenesta realidad, pero, en su visión, la causa fundamental radicaría en la falta de inversión en I+D y en la falta de un rol más activo del Estado para “moldear” la estrategia de desarrollo. Es efectivo que

el cociente entre recursos destinados a 1+D y PIB en Chile es el más bajo entre los países miembros de la OCDE, habiéndose mantenido en el rango de 0,31% 0,39% desde que se reporta esta medición (OECD database), como también lo es que este factor tiene una incidencia positiva en

la productividad. Pero ello no permite concluir que esta sea la causa fundamental del problema.

De hecho, a pesar de un registro histórico bastante “plano” en cuanto a esfuerzos en 1+D desde hace varias décadas, lo que la evidencia empírica muestra es que hay muchos otros factores que también influyen en la productividad. Todo aquello que permitió “ampliar la frontera de producción”, con las reformas y mejora en la calidad de las instituciones que empezaron arealizarse a mediados de los ochenta y que se vieron reforzadas a partir de 1990 (liberalización de la economía, mayor integración con el resto del mundo, fortalecimiento de la responsabilidad fiscal,

autonomía del Banco Central, etc.), tuvo un correlato directo enla productividad. A partir del deterioro observado de la década siguiente en adelante no es posible concluir que “el modelo se agotó”, como algunos plantean. El problema de fondo ha sido el deterioro de la competitividad del país, consecuencia de que no se han

realizado las reformas necesarias para continuar avanzando en la línea requerida para adaptarse de mejor forma a un contexto demarcado por la cuarta revolución industrial, más proclive a la innovación, pero también influido por retrocesos importantes en otras materias, como el tributario y laboral.

No cabe duda de que los esfuerzos en T+D son un factor importante, pero ello es sólo una parte de la ecuación. Generar conocimiento a partir de la ciencia, transformar ello en desarrollo tecnológicos, para luego dar origen a productos y procesos innovadores, no se va a traducir en mayor productividad si acaso no hay emprendedores que conecten esta oferta con las necesidades de las empresas y de los consumidores. Y tampoco es un proceso que se desarrolle en forma lineal, con una lógica “moldeada” desde arriba por una burocracia estatal.

Lo principal es la interacción que seva generando entre los distintos agentes,

para lo cual es fundamental que los mecanismos de conexión sean los adecuados, que los nuevos emprendedores puedan: “desafiar” a los incumbentes, y que la carga tributaria y demás regulaciones no terminen por aplastarlos. Sin una base sólida de emprendedores, no habrá más innovación.