Por Klaus Schmidt-Hebbel , profesor titular Facultad de Economía y Negocios UDD | El Mercurio | Viernes 29 de octubre 2021
Frente a la recesión covid, las autoridades económicas del mundo y de Chile adoptaron las políticas macroeconómicas más expansivas de la historia económica mundial. Aunque estas políticas fueron cualitativamente similares a las aplicadas en respuesta a la crisis financiera global de 2008-09, su magnitud fue mucho mayor ahora, en 2020-21.
Chile ha sido un lamentable campeón mundial en este evento y, por tanto, en toda la historia económica mundial. Como documenté en mi columna de junio, Chile puso a disposición de empresas y familias un monto total de transferencias fiscales, créditos bancarios y ahorros previsionales equivalente a casi 50% del PIB de un año. Los recursos crediticios y fiscales entregados en 2020 fueron necesarios para contrarrestar parcialmente la recesión de dicho año. Sin estos recursos, la caída del PIB en 2020 hubiese sido el doble de la contracción efectiva de 5,8%.
Sin embargo, ni los retiros de ahorros previsionales en 2020-21, ni los subsidios fiscales adicionales en 2021 tienen justificación social ni macroeconómica alguna. Simplemente reflejan un populismo fiscal inusitado y un populismo parlamentario extremo, financiando una fiesta de consumo sin precedente, reflejada en un altísimo crecimiento del PIB (11% en 2021) y una elevada inflación (5,7% en 2021).
El carnaval del consumo será breve, seguido posiblemente por una recesión en 2021, provocada por un ajuste fiscal (muy necesario) en 2022 y el estancamiento de la inversión privada (causado por la innecesaria incertidumbre política). Mucha torta hoy y hambre mañana. Chile será un país mucho más pobre en ahorros previsionales, mucho más endeudado y con mucho menos capital humano y financiero.
El Banco Central de Chile (BCCh) respondió rápidamente con buenas políticas —monetarias, crediticias y financieras— a la crisis del covid-19. En meses recientes, ha reaccionado al sobrecalentamiento de la economía chilena, suspendiendo sus medidas no convencionales y elevando su tasa de política monetaria (TPM). Esta tasa está hoy en 2,75%, aún menor a su valor neutral, estimado en torno a 4,0%.
¿Es coherente la trayectoria de la TPM efectiva en 2019-2021 y proyectada para 2021-2022 con una política monetaria de un banco central que hace bien su trabajo? Para responder a esta pregunta, utilizo una regla de comportamiento (llamada regla de Taylor), que parametriza, a partir de estimaciones estadísticas, las reacciones de los principales bancos centrales del mundo a las tasas de inflación y de crecimiento (recientes y proyectadas). Luego simulo los valores de la TPM promedio mundial (alimentados con datos de inflación y actividad para Chile), obteniendo valores casi idénticos a los de la TPM efectiva y la proyectada del BCCh. Es decir, el BCCh toma las decisiones correctas de política monetaria, coherentes con la mejor práctica mundial.
La influencia del BCCh va más allá de la política monetaria. A invitación del Congreso, ha presentado los resultados de sus estudios técnicos sobre los efectos nefastos de un sistema previsional de reparto, de la reducción de la jornada laboral y de los retiros de ahorros previsionales. La voz del BCCh se escucha, porque sus análisis y proyecciones se basan en un riguroso trabajo técnico. En estos tiempos de medios sociales tomados por populistas, opinólogos y extremistas, se valora particularmente la calidad del análisis y de las políticas, y la voz independiente del BCCh. Su excelente presidente, Mario Marcel, ha sido recién confirmado para un nuevo período.
El BCCh, pilar de la responsabilidad macro (económica, financiera y de políticas públicas), enfrenta cuatro desafíos clave.