Por Klaus Schmidt-Hebbel, economista y académico FEN UDD | De Puño y Letra, El Mercurio | Viernes 28 de enero, 2022
Mientras las condiciones internacionales que afectan a Chile son boyantes, nuestro país enfrenta internamente uno de los cuatrienios más difíciles de su historia.
El mundo
El mundo crecerá a un 4,4% en este año. Los mercados financieros y la actividad se han recuperado, pero exhiben una alta volatilidad, que refleja cuatro riesgos que marcarán el 2022: la persistencia de la variante Ómicron del covid y las consiguientes restricciones a la movilidad; la mantención de los altos precios de la energía y de las interrupciones en las cadenas de suministro; el curso de las políticas monetarias y fiscales en los países principales, y las consecuencias de la eventual invasión de Ucrania por el dictador ruso Putin.
Chile 2018-2021
El primer año de Piñera II estuvo marcado por el esperanzador crecimiento de 3,7%. Pero a partir del 18 de octubre de 2019, la violencia generalizada impuesta por la triple alianza de terroristas, narcos y delincuentes paralizó a un país y a su Gobierno, marcado por la ausencia de inteligencia, seguridad interna y capacidad de reacción. Cinco meses después se agregaron las consecuencias sanitarias y económicas de la pandemia del covid. Esta tormenta perfecta causó una profunda recesión en 2020. A esta segunda crisis, las autoridades económicas sí reaccionaron con medidas rápidas y efectivas, evitando una caída mucho mayor en dicho año. Pero fue un grave error continuar con políticas hiperexpansivas durante el 2021 (las más expansivas del mundo), lo que llevó a un crecimiento altísimo de 12,1% (otro récord mundial), a costa de una explosión insostenible de deuda pública. Así, Piñera II logró un crecimiento de 2,8% promedio anual (enfrentando una recesión mundial en 2020), que superó en un punto porcentual el magro resultado de Bachelet II (no obstante sus buenas condiciones internacionales).
Chile 2022-2025
Chile enfrenta en 2022-23 buenas condiciones económicas mundiales. Pero la coyuntura doméstica está marcada por una economía sobrecalentada y la consiguiente adopción de políticas restrictivas, y por la gran incertidumbre causada por la triple alianza violentista de terroristas, narcos y delincuentes (apoyada por la coalición PC-FA), una asamblea constituyente dominada por el extremismo y la ignorancia, y anuncios ambiguos de Boric (incluyendo la nominación de su gabinete, con una sola luz y muchas sombras). Así, el crecimiento irá de más a menos, con una posible recesión en el segundo semestre de este año.
¿Y después? Ello dependerá de cómo el nuevo gobierno responda a los desafíos de Chile, que son los más intensos desde los años 1970. Lograr la sostenibilidad fiscal, restablecer el Estado de Derecho en las regiones tomadas por el terrorismo, adoptar reformas para un desarrollo sostenible y enfrentar con buenas políticas la catástrofe ambiental son retos muy difíciles para todo gobierno. Y serán desafíos casi imposibles de abordar por una coalición que ganó en primera vuelta con un programa dictado por su socio sénior y totalitario, cuyo norte no es Escandinavia, sino la ex-URSS y las actuales Cuba y Venezuela.
Pues bien, Chile enfrenta dos escenarios alternativos para su futuro. Bajo Boric I, el nuevo presidente será fiel a su programa de gobierno, apoyará una propuesta constitucional antidemocrática y adoptará los cambios revolucionarios requeridos para entronizar a su coalición hasta la eternidad. Emulando a Venezuela, nuestro país se contraerá en empleo, salarios, capital y población, decreciendo quizás a un 3,5% promedio anual en 2022-25.
Bajo la alternativa —Boric II— el nuevo presidente tomará un giro hacia un gobierno socialdemócrata, con un paquete de reformas y políticas enmarcadas a garantizar un desarrollo económico modesto, pero socialmente inclusivo y ambientalmente más sostenible, logrando quizás un crecimiento promedio anual de 1%.
Estimado lector: ¿qué probabilidades asigna Ud. a estos escenarios?