Por Hernán Cheyre | La Tercera, lunes 2 de enero 2023
Luego de un complejo y estresante año 2022 -¿el año en que vivimos en peligro?-, hay signos que permiten mirar el 2023 con un mayor grado de optimismo, pero hay también señales confusas que nublan el horizonte. En lo económico, si bien las perspectivas de crecimiento son negativas, es positivo que el duro proceso de ajuste en marcha ya empieza a mostrar los resultados esperados, lo cual permite anticipar una tendencia inflacionaria decreciente durante el año y el inicio de una recuperación gradual a partir de la segunda mitad de 2023. La gran incógnita es qué vendrá después: una tendencia «achatada» o un genuino punto de inflexión.
Para poder salir del pantano será fundamental que exista la voluntad genuina de lograr acuerdos, más allá de las legítimas diferencias que pueda haber respecto de cuál es el mejor camino. Hay consenso en cuanto a que el principal desafío consiste en recuperar la capacidad de crecimiento, y hay bastante acuerdo en que para ello resulta fundamental generar mayor inversión, aumentar el empleo, la tasa de participación laboral y mejorar la productividad. La estrategia de política industrial que está implementando el gobierno, con todos sus bemoles, podrá influir positivamente en algunos ámbitos, pero no va a resolver el problema de fondo, en la medida que no se avance en mejorar las regulaciones y las condiciones de entorno requeridas para que la capacidad emprendedora pueda desplegarse con todo su potencial. Y un punto adicional que se debe resaltar: si hay algo que tienen en común los países que lograron cruzar el umbral del desarrollo en las décadas pasadas, por sobre las políticas económicas específicas implementadas, es el haber contado con una fuerza de trabajo con buena educación y con una adecuada capacitación laboral. En este ámbito sí que hay espacio para que el Estado adopte un rol protagónico, generando los incentivos para que lo anterior pueda darse. Las deficiencias que tiene Chile en esta materia son conocidas, pero no se advierte voluntad política para avanzar en la dirección requerida. En una economía global basada crecientemente en el conocimiento, si falla este pilar se cae todo lo demás.
Por último, las reformas emblemáticas que está impulsando el gobierno en el ámbito tributario y previsional son también áreas en las que va a ser necesario alcanzar acuerdos, buscando las mejores soluciones a partir de propósitos predefinidos. Ante el objetivo de aumentar la recaudación que plantea el gobierno, no tiene sentido proponer cambios que van a afectar negativamente el ahorro y la inversión -como el propio gobierno lo reconoce-, dos variables que están en la base de lo que se requiere para mejorar la capacidad de crecimiento. Y en lo referido a las pensiones, falta todavía un mayor diálogo para diseñar los instrumentos más adecuados que permitan cumplir con el objetivo que se persigue -¿tasa de reemplazo?-, buscando no dañar el mercado de capitales ni afectar negativamente los incentivos a cotizar y a la formalización laboral.