Klaus Schmidt-Hebbel
Profesor e investigador CIES UDD
El Mercurio «De Puño y Letra»
Miércoles 23 de octubre 2024
La reciente Conferencia Exponencial 2024 de la Universidad del Desarrollo estuvo centrada en Bienestar y Felicidad, con presentaciones de destacados investigadores extranjeros y nacionales y una asistencia de 700 personas. Desde múltiples disciplinas —filosofía, sicología, neurociencia, administración y economía—, se presentaron las fronteras del conocimiento actual acerca de los factores internos y externos que inciden en el bienestar de personas, comunidades y países.
La felicidad subjetiva se mide a través de encuestas a personas, que evalúan su estado de felicidad (o satisfacción con la vida) en una escala que va de 0 (infelicidad extrema) a 10 (felicidad plena). La principal encuesta mundial es la Encuesta Gallup, que consulta sobre su felicidad a 500-3.000 personas en cada país, en 143 países. En base a estos datos, se obtiene el nivel de felicidad promedio en cada país y el ranking mundial. En 2023, el habitante mundial promedio se autoevalúa en un nivel de felicidad de 5,5 y el chileno promedio en 6,3, con lo cual Chile está en el lugar 38 del mundo (12 lugares más abajo que en 2013).
Los estudios en economía de la felicidad comenzaron en los años 70 con R. Easterlin, quien analizó la relación entre ingreso y felicidad. El autor encontró que en un momento del tiempo existe una relación positiva entre felicidad e ingreso de personas distintas o países distintos. Sin embargo, a lo largo del tiempo, y para cada persona o cada país, el crecimiento de la felicidad no está relacionado con el aumento del ingreso.
Los datos mundiales recientes comprueban esta “paradoja de Easterlin”. En el año 2023, los países más ricos (entre ellos, los países Top-10) presentan un mayor nivel de felicidad, mientras que los más pobres (por ejemplo, Afganistán) exhiben una menor felicidad. Por otro lado, a lo largo del período 2006-2023 el ingreso por habitante del mundo creció en promedio 2% al año, mientras que la felicidad mundial promedio no aumentó nada. ¿Qué explica la “paradoja”? En primer lugar, es coherente con un axioma clásico de la teoría microeconómica: la utilidad marginal del ingreso (o del consumo) es decreciente. Otras explicaciones se derivan de la teoría del ingreso relativo y la teoría adaptativa del ingreso.
En un estudio conjunto con M. Carrasco, elaboramos un modelo para explicar la felicidad promedio de un país y lo testeamos, utilizando un panel de datos de más de 120 países entre 2006 y 2023, para identificar los determinantes de la felicidad en un país promedio. Nuestros resultados muestran que el nivel de ingreso, la calidad de la educación y de la salud, y la calidad de las instituciones afectan significativa y positivamente a la felicidad promedio de un país, mientras que la desigualdad de ingresos la disminuye. La contribución de las instituciones a la felicidad personal es similar a su rol clave en el progreso de las naciones, como lo demuestran Acemoglu, Johnson y Robinson en su investigación, por la cual obtuvieron hace una semana el Premio Nobel en Economía.
En 2006-2023, Chile ha tenido un nivel promedio de felicidad de 6,4, con un máximo de 6,8 en el año 2013 —después solo disminuye—. Encontramos que la felicidad en Chile responde estadísticamente a las mismas variables que en un país promedio.
En Chile también se hacen encuestas locales. En la Encuesta Casen de los años 2011 y 2013 se incluyó una pregunta acerca de la satisfacción de vida de los chilenos. Más de 80 mil chilenos respondieron la pregunta en 2013, dando un promedio de felicidad de 7,6. Además, la Casen reporta las respuestas a otras preguntas sobre variables socio-económicas y demográficas de los hogares encuestados.
Utilizando estos datos, estimamos empíricamente la contribución de distintos determinantes a la felicidad. Nuestros resultados indican que la mitad de la felicidad de los chilenos se explica por una buena salud y la otra mitad es determinada por el nivel de ingreso y los años de educación. La felicidad disminuye con el paso de los años, pero solo hasta los 50 años, cuando comienza a tener efectos positivos. Otros factores tienen efectos significativos, pero pequeños: efectos positivos de ser mujer y de tener una pareja, y efectos negativos de vivir en la Región Metropolitana. Una mujer chilena, madura, educada y con buena salud, que vive con su pareja fuera de Santiago, es más feliz.