Hernán Cheyre V.
Presidente CIES UDD
La Tercera
Domingo 01 de diciembre
Ya no hay dos opiniones en cuanto al sentido de urgencia que se le debe poner al tema del crecimiento económico. Semana tras semana aparecen estudios que resaltan ese mensaje y ahora fue el turno del FMI, que en su último informe ratifica la visión de que urge aumentar el potencial de crecimiento de la economía chilena.
Las cifras disponibles indican que la expansión promedio del PIB tendencial en lo que resta de la década no superaría el 2 por ciento, absolutamente insuficiente para poder avanzar en la solución de los problemas que aquejan a los chilenos.
A pesar de la gravedad del asunto, no se observa de parte del mundo político un genuino compromiso por alterar el rumbo proponiendo y adoptando medidas que verdaderamente “muevan la aguja”.
Y como en Chile nos gustan las comparaciones, cabe traer a colación que Australia -en muchos sentidos un buen referente-, que a comienzos de los 80 enfrentó una difícil situación como consecuencia del colapso de su sistema económico, a mediados de esa misma década dio inicio a profundas reformas promercado promoviendo mayor competencia y creando nuevos espacios para el sector privado, las que fueron lideradas por un gobierno ¡laborista! Es que cuando se genera consenso en cuanto a la raíz de un problema y existe una genuina voluntad por resolverlo, efectivamente se puede avanzar.
Los resultados obtenidos por este país oceánico hablan por sí solos. Ante la actual realidad económica de Chile, que en su momento implementó medidas que iban en la misma línea que las adoptadas en Australia, pero que en muchas materias se fueron quedando atrás, urge un nuevo remezón para poder salir del pantano.
Al diagnóstico global compartido, se suma también una visión común en cuanto a que la raíz del problema radica en el estancamiento de la productividad, la que a su vez también se ve afectada por el deterioro de la inversión.
El premio Nobel Paul Krugman dijo hace casi 30 años que “en materia de crecimiento la productividad no lo es todo, pero es casi todo”. Algunas décadas antes, el célebre economista austríaco Joseph Schumpeter había señalado que la clave para la generación de nuevo valor en una economía radica en la manifestación de un proceso de “destrucción creativa”, a través del cual nuevos emprendedores desplazan a los incumbentes en los distintos mercados ofreciendo mejores soluciones a un menor costo.
Y para que este ciclo virtuoso pueda ocurrir se requieren dos cosas fundamentales: que no haya trabas para la reasignación de recursos entre sectores, y que haya consenso para aceptar que en procesos de este tipo habrá ganadores y perdedores.
En el Chile actual la rígida legislación laboral imperante dificulta el flujo de recursos entre empresas y los sectores “perdedores” no reciben una protección adecuada. Una reforma laboral que elimine la indemnización en caso de despido y la reemplace por un pago a todo evento, eventualmente con cargo al subsidio de cesantía, sujeto a una capacitación que permita a los trabajadores desplazados “reinventarse” para poder asumir nuevos desafíos laborales, sería un importante primer paso.