Klaus Schmidt-Hebbel
Profesor e investigador CIES UDD
El Mercurio «De Puño y Letra»
Martes 6 de mayo 2025
“Debemos tener cuidado con los demagogos que están dispuestos a declarar una guerra comercial contra nuestros amigos —debilitando nuestra economía, nuestra seguridad nacional y todo el mundo libre— todo ello mientras agitan cínicamente la bandera estadounidense”.
Presidente R. Reagan, 26 noviembre 1988.
Los aranceles anunciados por Trump el 2 de abril (“Liberation Day”) a las importaciones de EE.UU. de todos los países del mundo (desde un piso de 10% a muchos países hasta 145% a China) es una reversión radical de ocho décadas de liberalización del comercio mundial liderada por EE.UU. Estos aranceles elevarían la tarifa promedio a las importaciones desde 3% hasta 28% en EE.UU. y, en la medida en que genere represalias en otros países (especialmente en China), llevaría a una guerra comercial desatada.
La motivación de Trump es doble: busca equilibrar las balanzas comerciales de EE.UU. con cada país y pretende reindustrializar su país. Ambos objetivos son irracionales e inalcanzables. La búsqueda mercantilista de equilibrios comerciales bilaterales equivale, estimado lector, a que usted obligue a su dentista a que él adquiera sus servicios profesionales por el monto del pago de su consulta dental. Intentar reindustrializar a EE.UU. significaría dejar de producir servicios de alta productividad para generar más carbón o autos de productividad inferior. En resumen, el cierre parcial de la economía de EE.UU. tendría efectos negativos permanentes sobre el PIB y el bienestar.
Los efectos de corto plazo son aún peores. Los mayores aranceles, la inconsistencia de los anuncios erráticos de Trump y sus amenazas de abandono de aliados europeos y de anexión de territorios y países cercanos significan el mayor shock de incertidumbre causado por un líder mundial en 80 años. Para EE.UU. ha generado grandes pérdidas en valoraciones de empresas, alta volatilidad accionaria, una caída del crecimiento efectivo de 3% en 2024 a -0,3% en 2025-I, una expectativa de recesión en los siguientes 12 meses de 62% (Bloomberg) y una mayor inflación esperada. En el umbral de una crisis financiera generalizada, Trump decidió el 8 de abril pausar el inicio de las tarifas por 90 días, con lo cual se han recuperado algo los mercados. Pero los crecientes desequilibrios fiscales de EE.UU. —desatendidos por Trump— contribuyen a mayores primas de riesgo, intensificando la inversión de la curva de rendimiento de bonos de EE.UU.
El único beneficio para EE.UU. del anuncio de tarifas podría radicar en las negociaciones con muchos países del mundo, a fin de mejorar el acceso de exportaciones de EE.UU. y presionar a dichos países a limitar las inversiones desde países del Eje del Mal (especialmente China).
China y la UE han respondido con anuncios de aranceles recíprocos. Los demás países han mostrado su disposición a negociar con EE.UU. Ucrania logró un acuerdo, dando acceso preferencial a EE.UU. a sus recursos minerales, a cambio de un tibio apoyo político y militar.
Las políticas de Trump han llevado a severos ajustes de las proyecciones económicas. Para 2025 se proyecta una caída en el crecimiento por 0,5% para el mundo, 0,9% para EE.UU. y 0,6% para China. La mitad de estos efectos se debe a la elevada incertidumbre.
Para Chile, las proyecciones de crecimiento del PIB para 2025 se han ajustado a la baja: a 2,0% (FMI y BM) y a 1,8% (bancos) —mientras que el Ministerio de Hacienda insiste en su 2,5%.
La situación fiscal de Chile es particularmente frágil para enfrentar los efectos adversos de las medidas de Trump. En comparación con otras crisis anteriores, Chile tiene niveles de déficits y deuda pública mucho más altos, y no dispone de espacio fiscal —ni en 2025 ni después— para enfrentar una crisis internacional o una doméstica. El Min. de Hacienda debería implementar ahora un ajuste fiscal serio (como el propuesto por el Consejo Fiscal Autónomo desde enero), y no el poco serio ajuste (anunciado el 22 de abril), basado en eventuales cambios legislativos futuros.
¿Qué más debe hacer Chile?
1. Continuar las negociaciones con EE.UU. sobre políticas comerciales, mejor protección de propiedad intelectual y restricciones a las inversiones de China.
2. Fortalecer y ampliar los acuerdos de integración económica con otros países (India, Medio Oriente).
3. Adoptar una política de restricciones a inversiones desde países que violan las reglas del comercio internacional y/o pertenecen al Eje del Mal.
4. Implementar reformas estructurales procrecimiento a partir del primer día del próximo gobierno.