Cristián Larroulet V.
Investigador CIES UDD
El Mercurio
Sábado 1 de noviembre 2025
Rara vez un Premio Nobel de Economía ha recaído en personas más apropiadas y en un momento tan pertinente para Chile. Este año, el galardón reconoció a tres destacados economistas por sus aportes al ilustrar el rol que el “conocimiento útil» y la «destrucción creativa» han tenido en el crecimiento económico sostenido. Los premiados nos recuerdan que, durante la mayor parte de la historia, el estancamiento fue la norma, no el crecimiento. Desde la Revolución Industrial, la ciencia y la tecnología, la innovación y la «destrucción creativa” han sido los motores del progreso. Pero también advierten que esas fuerzas solo prosperan en sociedades que valoran el pluralismo, la competencia, la libertad de emprender, y que resisten los intentos de grupos políticos y de interés por capturar el poder o bloquear la innovación.
Chile logró, durante décadas, construir instituciones que facilitaron ese proceso. Sin embargo, reformas recientes impulsadas por el actual Gobierno -inspiradas en la falsa idea de que el progreso se daba por descontado o que para el país sería beneficioso decrecer— producen un grave daño a las instituciones fundamentales para la innovación. Así ocurre con la nueva propuesta para el financiamiento de la Educación Superior (FES). En efecto, desconociendo lo que la evidencia muestra, este proyecto golpea en el corazón las bases del desarrollo de largo plazo
1. Coloca un impuesto al capital humano, la fuente principal del crecimiento de un país.
2. Aumenta el desequilibrio de las cuentas fiscales, ya en estado grave según las advertencias del Consejo Fiscal Autónomo, la Contraloría y destacados expertos de tendencias políticas transversales.
3. Aplica un golpe mortal al futuro del sistema de educación superior, principal proveedor de ciencia innovación del país. Así es como le reduce su autonomía política, al hacerlo dependiente de los recursos entregados por el Gobierno; le aumenta el riesgo financiero, al hacerlo dependiente de los ciclos económicos; le disminuye los recursos tan necesarios para financiar la investigación y el desarrollo.
4. Golpea el futuro del capital humano de investigadores que trabajan hoy en el sistema. Aproximadamente son 57.000 los académicos con grados de PhD y Magíster, los que han aumentado sustancialmente en los últimos 4 años (22%).
Cabe recordar que desde hace 30 años la producción científica de Chile ha aumentado significativamente, siendo nuestro país líder en publicaciones por habitante en Latinoamérica. Hoy es urgente rechazar toda propuesta, como el FES, que erosione la ciencia, la autonomía universitaria, la competencia y la libertad de crear. Chile requiere fortalecer su sistema universitario, manteniendo su independencia e incrementando sus recursos públicos y privados; abrir más la economía mediante acuerdos de “tercera generación» que nos conecten con las tecnologías de frontera como lo hicieron después de la Segunda Guerra Mundial los actuales países desarrollados; fomentar la competencia y aumentar el tamaño y número de las empresas para impulsar con fuerza la innovación.
