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Sin AFPs no habrán mejores pensiones

Por Cristián Larroulet:

“Prefiero molestar con la verdad que complacer con adulaciones”, sentenció Séneca, hace más de dos milenios. Precisamente complacer con adulaciones o decir lo que la gente quiere escuchar es lo que caracteriza al populismo. Si falta dinero, el populista imprimirá más billetes; si aumentan los precios, los fijará a su antojo. Y si algunas pensiones son bajas, dirá que la solución es eliminar las AFP.

Yo prefiero molestar con la verdad sobre cómo se podrían mejorar las pensiones. En primer lugar, aumentar la eficiencia del sistema generando más competencia y aprovechando economías de escala. Segundo, perfeccionar el Pilar Solidario, extendiendo beneficios. Tercero, elevar los años de ahorro personal, dado el aumento en la esperanza de vida. Y finalmente, incrementar el monto de la cotización.

Naturalmente, quienes quieren eliminar las AFP no estarán de acuerdo conmigo porque los costos de las políticas populistas que prometen resolver instantáneamente las necesidades presentes de los ciudadanos, se pagan en el largo plazo y especialmente por las siguientes generaciones. Así ocurrió en Chile con la inflación y ello se detuvo gracias a la autonomía del Banco Central y la prohibición de que financiara los déficits del Fisco.

Otro tanto ocurrió con el antiguo sistema de pensiones, en donde los trabajadores activos financiaban a los jubilados, lo que permitía hacer ofertas generosas para los pensionados que pertenecían a los grupos de presión más influyentes, aumentos que eran financiados por los trabajadores con menor poder de presión en la sociedad.

Es así como, en el sistema antiguo, los empleados bancarios, que representaban menos del 1% de los cotizantes, se jubilaban a los 55 años, en cambio, los trabajadores del Seguro Social, donde cotizaban dos tercios de los trabajadores, estaban obligados a laborar hasta los 65 años. Esta parte de la historia del antiguo sistema no la cuentan los que hacen promesas populistas. Tampoco le dirán que en el pasado las pensiones no eran automáticamente reajustables y se las terminaba “comiendo” la inflación.

Uno de los grandes méritos del sistema actual es que se basa en el ahorro personal y con ello pone freno al populismo, además las AFP pagan las pensiones en Unidades de Fomento (U.F.). Otra ventaja es que paga pensiones más altas que las que entregaba el anterior sistema, salvo claro, aquellas conseguidas mediante “pitutos”.

Tenemos que estar muy alertas con el populismo porque irresponsablemente intenta volver al pasado a un sistema de pensiones profundamente injusto y que constituirá un freno al progreso del país.