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Presupuesto 2017: responsabilidad versus populismo

Por Matías Lira:

Hace algunos días la Presidenta anunció los principales énfasis del Presupuesto 2017. Destaca, enhorabuena, la austeridad de la propuesta, haciéndose cargo de la falta de ingresos fiscales producto de los negativos efectos del bajo crecimiento registrado en los últimos años.

El actual Presupuesto contempla un alza del gasto público de un 2,7%, el más bajo de los últimos catorce años. Sin duda, esta restricción de recursos se traducirá en muchos cuestionamientos y presiones para el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, quien deberá enfrentar dentro y fuera del Congreso a numerosos grupos de presión, expertos en presentar sus necesidades particulares como verdaderas urgencias sociales, las cuales además son respaldadas por cientos de manifestantes en las calles. Por otra parte, las elecciones, municipales de 2016 y parlamentarias y presidenciales de fines de 2017, empujarán a nuestros legisladores a obtener mayores recursos para sus distritos o circunscripciones.

Es aquí donde veremos un enfrentamiento clásico entre dos fuerzas antagónicas de la política: la responsabilidad y el populismo. Por un lado, tenemos la conducta responsable del ministro Valdés, expresada en su intención de no gastar más de lo que se recauda, de no arriesgar la clasificación de riesgo del país y no provocar más problemas económicos en el futuro, aunque ello traiga críticas e impopularidad. Por otra parte, observaremos la conducta populista de quienes buscan ganarse el apoyo fácil de sus partidarios prometiendo lo imposible, gastando lo que no se tiene o haciendo eco de los eslóganes de la calle a cambio de respaldo político.

Un ejemplo clásico de lo anterior sería ceder a las presiones de los dirigentes de los empleados públicos que exigen un 7,5% de reajuste salarial, en circunstancias que estos trabajadores ganan 55% más que el promedio nacional, según la Encuesta Suplementaria de Ingresos del INE. Por el contrario, una decisión responsable sería priorizar el financiamiento de políticas sociales enfocadas en ayudar a nuestros niños y jóvenes, pues son ellos quienes más sufren las consecuencias de la pobreza, tanto medida por ingresos (18,2%) como multidimensional (23,3%), de acuerdo con la última encuesta Casen.