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Columna Klaus Schmidt – Hebbel: “Tensiones bancarias en el mundo y sus implicancias»

El Mercurio | Martes 18 de abril del 2023

La mayoría de las fallas de bancos (problemas severos de liquidez, quiebras y/o posteriores intervenciones por la autoridad financiera) no pone en peligro al sistema bancario en su conjunto, porque responden a debilidades idiosincrásicas de dichos bancos. En cambio, una crisis bancaria sistémica se observa cuando hay dificultades severas que afectan a gran parte del sistema bancario de un país: iliquidez sistémica, corridas bancarias, colapso de precios de acciones y bonos bancarios, e intervenciones de muchos bancos grandes por la autoridad financiera.

Una crisis financiera se define por una crisis bancaria sistémica y/o una crisis cambiaria (devaluación intensa del tipo de cambio) y/o una crisis de deuda (suspensión del servicio de la deuda interna y/o externa). La combinación de crisis bancaria y cambiaria se denomina crisis financiera melliza (México, 1994-95) y la combinación de las dos anteriores con una crisis de deuda es una crisis financiera trilliza (Chile, 1982-84). Mientras más profunda es una crisis financiera, más profunda será la recesión que le sigue.

La historia mundial de las crisis financieras es nutrida y variada. Argentina tiene el récord de crisis financieras: 94 años en crisis desde su independencia y hasta ahora. Chile no lo ha hecho nada de mal: 80 años de crisis hasta 1984, pero ninguna en los últimos 40 años. Las crisis pueden ser nacionales, regionales o globales. Las peores son las globales, que han causado la Gran Depresión (1929-33) y la Gran Recesión (2008-09).

En EE.UU. hay 4.135 bancos comerciales. Después de la crisis subprime, entre 2008 y 2014, fallaron 507 bancos entre 2008 y 2014, número que se redujo a apenas 8 entre 2015 y 2022, debido a la recuperación económica y la más exigente regulación bancaria.

Pero en marzo de este año se han observado tensiones bancarias en EE.UU. y en Suiza. Comenzaron con el cierre de Silvergate (un banco pequeño) y se intensificaron con el colapso del Silicon Valley Bank (SVB) (el 16º banco más grande de EE.UU.), del Signature Bank (SB) (el 29º más grande) y del Credit Suisse (CS) (banco sistémico en Suiza). Los mercados financieros reaccionaron: las acciones cayeron y su volatilidad aumentó, y los depósitos se trasladaron a bancos más seguros. A un mes de estos eventos, no ha habido fallas bancarias adicionales y los mercados se han calmado.

¿Qué explica los colapsos de estos bancos? Las alzas de la tasa de política de los bancos centrales reducen los valores de mercado de renta fija y renta variable (especialmente las tecnológicas), deteriora a muchos deudores bancarios e incrementa su riesgo, y aumenta las tasas de depósitos. Todo ello afecta negativamente a los bancos. En este contexto, el SVB presentaba tres debilidades: (i) la falta de diversificación en sus créditos y depósitos (concentrados en el sector tecnológico y de capital de riesgo) y en sus inversiones (mayoritariamente en bonos del Tesoro y activos securitizados); (ii) señales equívocas al mercado (como el anuncio de aumento de capital), y (iii) una mala evaluación de riesgos (por el relajamiento en la regulación de bancos no sistémicos).

Al otro lado del Atlántico, el CS fue la primera quiebra en muchos años de un banco sistémico. Acarreaba las consecuencias financieras de malos créditos e inversiones en el pasado, y sufría problemas de gestión que lo habían debilitado. Aunque el CS no falló, sufrió una pérdida de confianza que se agudizó con el colapso del SVB.

Las autoridades reaccionaron con rapidez, garantizando los depósitos en los bancos afectados. La Fed abrió una línea de préstamos de emergencia a un año plazo para todos los bancos. Por su parte, el Banco Nacional Suizo forzó la venta del CB a su competidor UBS a un valor bajo, beneficiando a los accionistas del CS, pero obligó a los tenedores de bonos AT1 emitidos por CS a perderlos en su totalidad.

Las intervenciones de las autoridades han evitado que las tensiones bancarias mutasen en crisis sistémicas. Sin embargo, se anticipa al menos un alza adicional en la tasa de política de la Fed, lo que no permite descartar futuras tensiones en otros bancos en EE.UU. u otros países.

Finalmente, quedan grandes retos regulatorios. Primero, EE.UU. debe implementar los requerimientos de Basilea III y exigirlos a todos los bancos. Segundo, se deben evitar las garantías dadas por las más altas autoridades de EE.UU. a todos los depósitos, porque estas intensifican la toma de riesgos de bancos y depositantes, aumentando la probabilidad de crisis bancarias futuras. Tercero, se debe respetar el orden de prelación de bonos y acciones en todos los países. Finalmente, los bancos deben estar preparados para cambios en tasas de interés y otras variables financieras clave, tomando adecuadas coberturas de riesgo.