Por Hernán Cheyre V.
El Mercurio | Economía y Negocios
5 de diciembre 2023
Presidente Centro de Investigación Empresa y Sociedad (CIES)
En el debate previsional en curso se ha echado de menos un ancla que sirva de referencia para evaluar propuestas de cambio al régimen de pensiones.
El candidato natural para esto es el indicador de tasa de reemplazo, medida como la proporción que representa la pensión recibida respecto de las remuneraciones obtenidas por un cotizante durante su etapa laboral activa.
Pero la falta de información precisa respecto de la historia laboral de los cotizantes ha impedido realizar un cálculo que refleje la situación efectiva de cada uno, lo cual ha dado origen a la utilización de variables no representativas que subestiman las verdaderas tasas de reemplazo, como ocurre cuando se utiliza como referencia la última remuneración recibida por el trabajador antes de pensionarse.
Si la remuneración de los trabajadores sobre la cual se aplica la cotización del 10% ha venido creciendo en el tiempo, es incorrecto utilizar como factor de comparación solo la última remuneración recibida o el promedio de los últimos años, por cuanto estas no reflejan la realidad del promedio de remuneraciones obtenidas durante toda la vida laboral de los trabajadores.
El estudio recién presentado por el Centro de Estudios Longitudinales de la UC entrega novedosos antecedentes sobre el tema, calculados a partir de información real de una muestra del 15% de los afiliados de seis de las siete AFP que operan en la industria.
En lo fundamental, lo que muestra el estudio es que, para quienes se pensionaron en el período 2012-2019, las tasas de reemplazo efectivas serían de 81% para los hombres y de 59% para las mujeres, y que si a lo anterior se agrega el efecto de la PGU, el guarismo sube a cerca de 100% para los hombres y de 80% para las mujeres.
Estos números cambian la perspectiva de lo que se ha venido discutiendo hasta ahora, y motivan a hacerse nuevamente la pregunta: ¿qué tasa de reemplazo queremos alcanzar?
Las tasas efectivas de reemplazo que entrega el estudio no se contradicen con la percepción de que las pensiones son bajas, por cuanto a fin de cuentas ellas son reflejo de bajos salarios y/o de lagunas previsionales.
Lo que sí dejan de manifiesto estas cifras es la capacidad que tiene un sistema de capitalización individual para convertir cotizaciones efectivamente aportadas en pensiones futuras.
Asimismo, queda de manifiesto el elevado impacto que está teniendo la PGU en el cálculo de las tasas de reemplazo, lo cual, si se considera una meta razonable para este indicador, haría innecesario perseverar en la idea de continuar subiéndola.
Estas cifras deberían reencauzar el debate previsional en curso, teniendo en cuenta que el problema está más concentrado en las pensiones futuras que en las actuales.