El economista de la Universidad de California, Los Angeles (UCLA), conversó con El Mercurio a propósito de la exposición que realizará este martes 23 de octubre en la UDD, en el marco del 5º aniversario del Centro de Investigación Empresa y Sociedad (CIES-UDD), donde abordará los desafíos de Chile en los próximos años.
Fuente: El Mercurio
Desde California, donde lleva años desempeñándose como profesor de la UCLA, el economista Sebastián Edwards sigue los acontecimientos de Chile con detención y agudo análisis. Por ejemplo, considera que el Banco Central pudo ser más agresivo al rebajar la Tasa de Política Monetaria (TPM) el jueves. También está atento a los pasos de los mercados globales.
El miércoles 23 de octubre expondrá, además, durante el 5º aniversario del Centro de Investigación Empresa y Sociedad (CIES-UDD), sobre los desafíos de Chile en los próximos cinco años.
“El Banco Central ha tenido una actuación estelar, profesional, sobria, comedida a informada. En un escenario complejo, con desequilibrios nacidos en la pandemia y con los retiros (previsionales), consiguió controlar la inflación. La rebaja de la tasa de interés de política monetaria (TPM) el jueves recién pasado es más que justificada. Pero yo hubiera sido más agresivo, con una rebaja de 50 puntos (reducirla a 5% en lugar de a 5,25%), para combatir el persistente desempleo. Creo que, si la inflación continúa retrocediendo, se van a animar a ser más asertivos en las próximas reuniones”.
“Bueno, si el escenario internacional empeora fuertemente, habría que ser más cauto. Pero tal como se ven los próximos meses, un próximo recorte de medio punto sería adecuado”.
“Desde hace años, la economía está atrapada en un ‘mal equilibrio’. Hay un pesimismo generalizado de parte de los empresarios, tanto grandes como medianos y pequeños. No hay lo que Keynes llamaba ‘espíritus animales’ que mueven la inversión. La economía chilena necesita un revolcón, una inyección de vitaminas. Para que esto suceda, se precisan dos cosas: primero, el Gobierno debe enfrentar el tema de los permisos (para proyectos de inversión) con mucha más fuerza y determinación de como lo está haciendo el ministro (Nicolás) Grau. Lo segundo es que tenemos que generar una visión compartida sobre el futuro del país. Hoy día esa visión no existe. El Gobierno tiene una especie de borrador brumoso, y la oposición no tiene prácticamente nada. Esto último es preocupante. Yo no soy ni el único ni el primero en decirlo. En este momento, la derecha no tiene proyecto. Es urgente que lo desarrollen”.
“Creo que Evelyn Matthei tiene muy claro qué medidas correctivas deben tomarse en el corto plazo, incluyendo la imperiosa necesidad de la reforma política y de medidas antidelincuencia. Sin embargo, lo que necesitamos en forma imperiosa es un proyecto país de largo plazo —a 25 o 30 años—, que sea compartido por la mayor parte de la población. Y eso, desde hace tiempo, no existe en Chile. Peor aún, nadie parece estar seriamente interesado en el tema. Este es un país devorado por el cortoplacismo. Y esa es una receta para un desastre”.
“Tiene un efecto preocupante. Alimenta el pesimismo y la decepción. Hay un sentimiento de que vivimos en un país crecientemente corrupto, donde los contactos y las redes son más importantes que el estudio, el esfuerzo, el emprendimiento y los sacrificios. En Chile había un entendimiento implícito. Para tener éxito, había que actuar dentro de ciertos rangos de probidad. Eso se ha roto, y ha surgido la idea —bastante fundada, al parecer— de que se puede llegar muy lejos tomando atajos muy poco éticos”.
“Quiero insistir en algo sobre lo que he hablado desde hace algún tiempo: tenemos que empezar por desarrollar una visión compartida y aspiracional de qué país queremos tener en una generación, en 25 años. Luego, tenemos que identificar qué medidas debemos tomar para acercarnos a esa meta. Es en esa esfera donde la experiencia de Elon Musk es muy útil. Él ha abogado por eliminar todas las restricciones burocráticas en las empresas y en los países que dificultan alcanzar una meta. Eliminar, y luego armar una nueva estructura de reglas minimalistas, ágiles e inteligentes que permitan conseguir lo que alguna vez se pensó era imposible. Lo que SpaceX logró hace unos días —que unas pinzas gigantes cogieran un cohete que volvía a la Tierra— era considerado imposible. Musk lo logró, y lo hizo a un costo módico. En Chile, debiéramos empezar con lo siguiente: derogar todas las regulaciones que hoy dificultan los proyectos, y reemplazar las que son justificadas con nuevas regulaciones modernas y eficientes. El ministro Grau dice ‘reformar’; yo digo ‘derogar y reemplazar’”.
“El ministro Marcel ha hecho lo que ha podido con las herramientas a su disposición. Lo que echo de menos es un mayor control del gasto a través de la cancelación de proyectos ineficientes, y la eliminación de entidades públicas con duplicación de funciones. Desde hace años que se habla de esto, pero, como muchas cosas en Chile, hay mucho ruido y pocas nueces”.
“Me parece muy problemático. Con un precio del cobre alto, debiéramos estar acumulando más recursos. El FEES es para emergencias, y hoy no estamos en esa situación. Lo que tenemos es un bajo crecimiento secular, producto de que nos quedamos dormidos al volante y que permitimos que un enjambre de regulaciones duplicadas, triplicadas y cuadruplicadas se apilaran una encima de la otra. Durante la pandemia fui miembro de una comisión presidida por Andrea Repetto para sugerir qué ayudas el gobierno debía darles a las familias. Ahí no tuve ningún problema en usar el FEES en forma agresiva, mucho más agresiva, de hecho, que los otros miembros de la comisión. Pero ahora no estamos ante una emergencia”.
“El proyecto es muy malo, y tal como está, no tiene ninguna posibilidad de ser aprobado en el Congreso. Las críticas han sido devastadoras y transversales; van desde la rectora Devés hasta el rector Peña, pasando por el decano De Gregorio y otros. De ser aprobado, este plan dañaría a muchas universidades chilenas que han experimentado un enorme auge en los últimos 20 años. A mí me llama la atención que se diseñe un programa sin tener en cuenta cómo funciona la academia internacional, cómo se financian las mejores universidades del mundo, cómo se fijan los aranceles. Pero todo no está perdido; hay una solución muy simple: retirar el proyecto y reactivar el del presidente Piñera. Hay un parecido superficial entre ambos, pero son muy distintos en el fondo. El de Piñera no tiene un componente de impuesto a los profesionales, ni restringe a las universidades en el ámbito de su quehacer”.
«Una presidencia de Donald Trump impactará a Chile de varias maneras. El recorte anunciado de impuestos aumentará la deuda de EE.UU., la que ya está en 35 trillones de dólares. Como consecuencia, las tasas de interés subirán y eso es malo para Chile.
Trump es un proteccionista, y ya anunció que cerrará la economía por medio de tarifas de importación a bienes manufacturados. Esto reducirá el comercio global, lo que, nuevamente, es malo para Chile. También es posible que el dólar se fortalezca y que suba de precio en Chile y en el resto del mundo. Finalmente, si Trump lleva a cabo las desregulaciones masivas que, según dice, liderará Elon Musk, Estados Unidos podría tener un salto en su tasa de crecimiento. Eso sería positivo para nuestro país. De otro lado, con Kamala Harris habrá pocos cambios con respecto a la situación actual. La vicepresidenta ha hablado de controlar precios y facilitar el emprendimiento, pero eso no tendrá efectos directos en nuestro país. Hasta el viernes recién pasado los mercados apostaban que Trump sería el triunfador».
«Sumando y restando, una administración de Kamala Harris sería más benigna para Chile, enfrentaríamos menos riesgos. Pero hay que tener claro que para EE.UU. América Latina seguirá siendo el patio de atrás».
«Hasta ahora, esta guerra ha tenido un efecto limitado en la economía global. Cuando estallan crisis globales gatilladas por conflictos bélicos, hay movimientos de capitales hacia ‘bahías seguras’, especialmente hacia los bonos del Tesoro estadounidense. Eso no ha sucedido hasta este momento. Lo que no sabemos es qué sucederá ahora que Israel mató a Yahya Sinwar, el jefe máximo de Hamas. La pregunta es cómo va a reaccionar Irán. Si el conflicto se transforma en una guerra abierta entre Israel e Irán, tendríamos una hecatombe, con un fuerte fortalecimiento del dólar, un aumento del precio del petróleo a 90 o 100 dólares, un derrumbe de las bolsas, y un fuerte aumento de la demanda de bonos de los Estados Unidos».
«A pesar de la guerra, el petróleo ha sido extraordinariamente estable. El Brent en la vecindad de los 75 dólares el barril y el WTI en 70. Bajo el escenario que Irán no entrara abiertamente en el conflicto, creo que no va a haber muchos cambios. A lo más, veremos una caída del precio en un par de dólares. Pero iojo!, un posible gobierno de Donald Trump puede ser mucho más firme con Irán, lo que produciría un salto en los precios».
«La idea de que el dólar perderá importancia y será reemplazado como la moneda central del mercado financiero internacional es completamente errada. Eso no sucederá durante nuestras vidas. Ni el yen ni el euro pudieron destronar al dólar. Menos lo hará el yuan, o la moneda de los BRICS, o el bitcoin. Hay dólar para rato. En el corto plazo, el diferencial de tasas de interés es una variable muy importante para determinar el nivel del dólar. El recorte de la tasa de política monetaria por parte del Banco Central Europeo (BCE) hace unos días ayuda a la moneda estadounidense».
«Lo correcto —y lo más probable— es que en noviembre la Fed recorte la tasa en tan solo un cuarto de punto. Más de eso sería arriesgado, ya que el mercado laboral sigue mostrando fortalezas. El indicador más confiable, el JOLTS, aún está en niveles que muestran una expansión de la economía. En diciembre, la Fed podría recortar la tasa en medio punto si la caída de la inflación se consolida. La partida más rebelde sigue siendo el costo de la vivienda. Pero la pregunta más relevante es qué va a pasar con el bono del Tesoro de diez años. Esa es la tasa de referencia para el mercado global, incluyendo Chile. Creo que a mediados del próximo año estará cerca del 4,5%, medio punto más arriba que ahora. Esto significa que la anómala situación actual, donde las tasas cortas son más altas que las tasas largas, llegará a su fin».
«La intención es buena, pero los montos son insuficientes; tan solo 32 mil millones de dólares. Además, se les está pasando la pelota a los gobiernos provinciales y locales, a los que se les ha permitido emitir bonos para comprar departamentos y terrenos. En algún momento veremos una crisis de deuda en China, nacida de un colapso de las finanzas de las provincias. Para quienes dicen que eso es poco probable, les recuerdo Argentina en 2001. Con respecto al corto plazo, el FMI está proyectando entre un 5% y 4,5% de crecimiento para China en los próximos dos años. Es una proyección razonable. La pregunta es qué pasará más adelante, y ahí el escenario es nebuloso y dependerá de cuándo se produzca la crisis de deuda».