Hernán Cheyre
Director CIES UDD
Diario Financiero
Jueves 08 de octubre 2020
No cabe duda de que aumentar la tasa de ocupación en la economía constituye la gran tarea que enfrentamos como país. Luego de una pérdida más de 1,8 millones de empleos registrada entre el inicio de las restricciones a la movilidad derivadas de la pandemia y el período peak de contracción económica, ya se estarían observando las primeras luces de mejora. De acuerdo a las cifras interanuales que publica el INE, durante el último trimestre móvil se habrían creado 119 mil nuevos puestos de trabajo, a lo cual habría que agregar que poco más de la mitad de los trabajadores que se encontraban con contratos suspendidos (410 mil) han vuelto a su empleo previo.
En un ambiente así, donde lo que predomina es la incertidumbre, la entrega de estímulos adicionales a la contratación, bajo un mecanismo que no distorsione el funcionamiento del mercado laboral y que incorpore incentivos correctos para los trabajadores y empleadores, es algo absolutamente necesario. El Programa de Subsidios al Empleo anunciado por el Gobierno cumple con los requisitos señalados, separando el “subsidio al regreso” del “subsidio a la contratación”, con montos y exigencias diferentes dependiendo de si se trata de trabajadores jóvenes, de mujeres o de personas con alguna discapacidad, con cláusulas que evitan que se produzcan abusos, y con un horizonte temporal de seis meses para postular a este beneficio.
Algo que sería importante agregar a lo anterior, desde el lado de la oferta más que de la demanda, es la generación de opciones de capacitación para los trabajadores que deberán buscar empleos en rubros diferentes de aquellos en los que han estado desenvolviéndose. Esto implica adquirir habilidades nuevas de distinto tipo, pero el punto de partida debería ser una instrucción que les permita familiarizarse con el uso de tecnologías digitales, que en el mundo laboral post pandemia van a ser mucho más requeridas. Una forma de incentivar la capacitación, especialmente para quienes están desempleados y recibiendo algún tipo de ayuda estatal, sería el condicionamiento de la entrega de estos beneficios a la participación en cursos o talleres que les faciliten la reinserción laboral, a través de la entrega de vouchers que les permitan elegir a los propios trabajadores la opción que les parezca más conveniente.
Sin perjuicio de lo anterior, hay que tener claro que a programas de apoyo de este tipo no se les puede pedir más de lo que pueden dar, considerando su carácter eminentemente transitorio. Se trata de un “empujón” inicial para echar a andar la máquina de nuevas contrataciones, pero para que su efecto sea sostenido en el tiempo, un requisito fundamental es que la economía agarre “tracción”, y para lograr esto la inversión juega un rol clave. Es por ello que medidas como la depreciación acelerada y mayor agilidad para la obtención de permisos, entre otras, son imprescindibles para lograr este objetivo.
Asimismo, va a ser fundamental también adecuar las regulaciones, en todos los ámbitos, para permitir que las empresas puedan operar en un contexto de mayor flexibilidad. Esto es especialmente válido para las empresas de menor tamaño que se encuentran en etapas iniciales, para aquellas que deberán reconvertirse hacia otros rubros o que deberán cambiar su modelo de negocios, por ser todas ellas generadoras netas de empleo. Pero todo lo anterior tiene como requisito básico la existencia de un ambiente propicio para que estas nuevas iniciativas puedan desarrollarse, lo cual, lamentablemente, no está asegurado.
Entregar estímulos adicionales a la contratación, sin distorsionar el funcionamiento del mercado laboral y con incentivos correctos para trabajadores y empleadores, es algo absolutamente necesario”.