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De puño y letra: Reforma de pensiones

Klaus Schmidt-Hebbel
Investigador CIES UDD
El Mercurio
Martes 13 de octubre 2020

Si se trata de mejores pensiones, sería mucho más eficiente que el 6% (de contribución adicional) fuera íntegro a las cuentas individuales administradas por las AFP en vez de ir al semirreparto.

Un buen sistema de pensiones otorga pensiones adecuadas, subsidia a los pensionados pobres y es financieramente sostenible. Es de amplio consenso internacional que un buen sistema de pensiones está basado en tres pilares. El primero, de administración estatal y financiado por impuestos, provee pensiones y subsidios a los pensionados pobres. El segundo está basado preferentemente en contribuciones obligatorias, depositadas en cuentas individuales de los trabajadores y administradas preferentemente por empresas privadas (pilar de capitalización individual). El tercer pilar consiste en ahorros previsionales voluntarios.

Una mala alternativa al segundo pilar de capitalización es un pilar de reparto: una oficina estatal recolecta las contribuciones obligatorias y las redistribuye a los pensionados. Los sistemas de reparto son injustos para los contribuidores, constituyen un impuesto al trabajo formal y son insostenibles en el tiempo, debido al mal manejo estatal y al envejecimiento de la población. Por eso, la tendencia mundial en reformas de pensiones ha sido el reemplazo parcial o completo del reparto por la capitalización.

Melbourne Mercer evalúa y clasifica anualmente la calidad de los principales sistemas de pensiones del mundo. El actual monopolio estatal de reparto de Argentina, que resultó de la expropiación de las cuentas previsionales de 10,5 millones de argentinos por el gobierno de C. Fernández en 2008, está evaluado (con Tailandia) como el peor sistema de pensiones del mundo, porque paga malas pensiones, es mal administrado y es insostenible.

En cambio, nuestro sistema es evaluado entre los top 10 del mundo, por encima de los de países como Alemania y EE.UU. De las tres categorías consideradas, Chile está muy bien evaluado en dos (integridad y sostenibilidad), muy cercano a los países top 3. En cambio, solo está en la media mundial en la tercera categoría (adecuación), debido a nuestras bajas pensiones en relación a los sueldos previos a la jubilación.

Las bajas pensiones NO son resultado de la gestión financiera por las AFP de Chile. Todo lo contrario. Nuestro segundo pilar ostenta el récord mundial, logrado por las AFP de Chile: la mayor tasa de retorno promedio anual real —un 8,1%— entre 1982 y 2019.

Nuestras bajas pensiones tienen otras causas. Son fundamentalmente tres: las bajas edades de jubilación, la baja tasa de contribución obligatoria (10%) y los insuficientes períodos de cotización, todo ello en contraste con los otros 35 países de la OCDE. No obstante lo obvio que se debe hacer para resolver lo anterior, llevamos 12 años discutiendo en Chile cómo mejorar las pensiones.

Con 9 colegas elaboramos una propuesta de reforma integral del sistema previsional chileno a través de Horizontal (https://www.horizontalchile.cl/wp-content/uploads/2020/09/RSP.pdf). Proponemos dar una garantía mínima de jubilación en torno a los $200.000 y una tasa de reemplazo que aumente desde el 40% promedio actual a un 65% en seis años. Para ello será necesario fortalecer los tres pilares que componen el sistema previsional, reducir las lagunas de cotizaciones, aumentar la tasa de contribución a 16%, incrementar las edades mínimas de jubilación hasta los 67 años y mejorar la competencia, transparencia y eficiencia institucional. El pilar solidario actual deberá tender hacia la universalidad y seguir siendo financiado con impuestos generales. En el pilar individual, la cotización deberá aumentar en un 6% adicional, que vaya a las cuentas individuales. Otras medidas, como ahorrar a través del consumo, están incluidas en nuestra propuesta.

El Gobierno del Presidente Piñera ha ingresado al Congreso un proyecto de ley de reforma que incluye varias de las propuestas anteriores, otras ideas buenas y varias discutibles. Omite el necesario aumento en las edades de jubilación. Además propone aportar el 6% de contribución adicional a una nueva agencia estatal, que administraría un primer 3% que iría a cuentas individuales (no administradas por las AFP). El segundo 3% iría en parte a una cuenta de ahorro colectivo, con la otra parte repartida entre actuales y futuros jubilados. Pues bien, si se trata de mejores pensiones, sería mucho más eficiente que el 6% fuera íntegro a las cuentas individuales administradas por las AFP en vez de ir al semirreparto.

Por mientras, el Congreso populista aprobó retirar el 10% del ahorro obligatorio individual, y hoy se discute el retiro de un segundo 10%. Estos retiros reducen las pensiones autofinanciadas futuras e incrementan las obligaciones de gasto público futuro en pensiones. Hay una moción parlamentaria aún más oligofrénica: “nacionalizar” (es decir, robar) los ahorros previsionales de 11 millones de chilenos, siguiendo el singular ejemplo argentino. Todo ello contradice la recomendación de las instituciones internacionales (OCDE, Banco Mundial y FMI) para Chile, de fortalecer los tres pilares existentes, lo que es coherente con nuestras propuestas en Horizontal.