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Columna Matías Lira: «Tercer retiro: Decisiones irracionales»

Matías Lira A.
Decano FEN UDD
EMOL
Lunes 26 de abril 2021

Durante décadas los economistas se han enfrascado en un debate acerca de la validez de sus modelos teóricos. Algunos plantean que uno de los supuestos económicos fundamentales, que las personas toman decisiones racionales maximizadoras de utilidad, sería una fantasía bastante lejana del comportamiento real de los seres humanos. Algunos de esos críticos van aún más lejos indicando que dicha irracionalidad humana o “limitada racionalidad” tendría consecuencias negativas al bienestar común. Un ejemplo de esto es cuando las personas, a pesar de saber cuáles son las consecuencias negativas del sedentarismo, o una mala nutrición, deciden permanecer en las “tinieblas del error”, afectando su salud y generando costos no solo en lo personal sino también para el conjunto de la sociedad (mayor demanda por atención en salud).

Por otro lado, aquellos un poco más optimistas señalan que dicha “irracionalidad” puede ser beneficiosa para la sociedad. Un ejemplo en esta línea es la sensación de temor experimentada por las personas al volar en avión, en comparación con movilizarse en auto, a pesar de que la tasa de accidentabilidad del primero es significativamente más baja que la segunda opción. Para algunos, dicha irracionalidad sería una de las razones principales que explican los altos estándares de seguridad de la industria aeronáutica.

Ahora bien, si llevamos este debate a la discusión actual del inminente tercer retiro de los fondos de pensión, podremos ver ciertas similitudes. Por un lado, los especialistas señalan que el vaciar los fondos implicará un ingente problema de mediano plazo, ya que casi 5 millones de personas quedarán con sus cuentas en cero, provocando una caída promedio de un 28,5% en sus pensiones futuras (las cuales en muchos casos ya eran bajas).

Poco parece importarles a algunos de nuestros políticos y comunicadores, autoproclamados en oráculos de nuestra época, quienes mencionan que la necesidad real de los sectores más vulnerables justifica esta medida sin importar las externalidades negativas en el futuro. Esto a pesar de los innumerables datos, incluyendo los del Banco Central, que señalan que quienes estarían haciendo uso de estos retiros no son precisamente los sectores más vulnerables, sino el 20% más rico de la población.

Con esto no quiero decir que no exista una imperiosa necesidad en muchas familias, que justifique medidas extraordinarias que se hagan cargo de dicha situación, pero obviar los costos futuros que tendrá esta medida, y en cierta manera amparándose únicamente en esta “sensación” generalizada de necesidad, sumado a muchas ganas de figurar, es no solo irracional sino además tremendamente irresponsable.

Por otro, como respuesta a lo anterior, vemos de parte del Gobierno un lanzamiento de bonos y subsidios que evolucionan día a día fruto del tira y afloja con líderes políticos y que, producto de un escenario de escasez de recursos públicos, y a veces una exagerada focalización, apelan en cierta manera a una racionalidad individual un tanto idealizada de las personas. Lo que esta estrategia y diseño omite es uno de los temas más estudiados en el área del comportamiento humano. En un contexto determinado: bajas pensiones, en el caso de los adultos mayores, y la lejanía del momento de jubilación, en el caso de los no tan mayores, el valor del dinero no se rige por la teoría económica, implicando que el proteger tres pesos en el futuro sea menos rentable que acceder a 1 peso hoy.

Si además los bonos y subsidios requieren para su acceso el ser economistas y seres “racional”, que sean capaces de navegar entre porcentajes, cálculos, trámites, y una percepción de alta probabilidad de rechazo (exacerbada por aquellas historias de noticiario que dan la impresión de la casi imposibilidad de calificar a un subsidio), la inevitable consecuencia será la opción de las personas por aquello que se comprende más fácilmente y se obtiene más rápido, a pesar de que la teoría económica de cuenta que dicha opción sea la de menor utilidad esperada, bienestar personal y social.