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Columna Hernán Cheyre: «¿Qué significa Estado-emprendedor?»

Por Hernán Cheyre | Director del Centro de Investigación de Empresa y Sociedad (CIES)
Diario Financiero, viernes 10 de diciembre 2021

Los ajustes introducidos en los programas económicos de los candidatos presidenciales tienen como denominador común la incorporación del concepto de “gradualidad”, pero los planteamientos de fondo se han mantenido inalterados.

Mientras en el caso de Kast el foco está puesto en los equilibrios macroeconómicos, en la eficiencia del aparato estatal, en la creación de condiciones para incentivar la inversión y para impulsar la fuerza emprendedora de los chilenos, lo que caracteriza al programa de Boric es un aumento en la participación del Estado en la economía, tanto en lo que se refiere al tamaño relativo del gasto fiscal como a la injerencia en otros ámbitos.

En relación con esto último, un tema que ha adquirido mayor visibilidad en el debate público es lo relativo a la creación de nuevas empresas estatales, en ámbitos tan variados como el litio y el hidrógeno verde (por citar los más “estratégicos”), pasando por un Banco Nacional de Desarrollo, inmobiliarias y empresas constructoras, llegando hasta ferreterías, y, más recientemente añadidas, distribuidoras de gas. La experiencia chilena en esta materia muestra malos resultados, al punto de que el déficit de las empresas públicas a comienzos de los años 70 tuvo alta incidencia en el desequilibrio fiscal de la época -que en 1973 alcanzó un 25% del PIB-, gatillante a su vez de un desestabilizador proceso hiperinflacionario.

Falta de incentivos correctos, manejo político de las empresas y captura por parte de grupos de interés son causas que permiten explicar un descalabro de tal magnitud. El programa de Boric señala que una adecuada gobernanza resolvería estos problemas, pero no resulta creíble plantear una administración autónoma de estas instituciones, toda vez que en el ideario que defiende esa candidatura el Estado está llamado a desempeñar un rol activo en la planificación del desarrollo, alejándose de lo que sería una administración que utilice como guía las señales que recibe del mercado.

Pero el concepto de “Estado emprendedor” contenido en el programa de Boric trasciende por mucho la creación de nuevas empresas públicas. Para quienes están impulsando con mayor fuerza esta visión -entre ellas Mariana Mazzucatto, entrevistada por este diario hace pocos días, las principales ideas-fuerza son que el Estado no debe limitarse a resolver “fallas de mercado”, sino que tiene que avanzar hacia la “creación de nuevos mercados”, así como a “moldear” los mercados. Todo esto, en un contexto en que hay una planificación central que va entregando sus “orientaciones”, priorizando recursos en función de objetivos definidos “desde arriba”.

Lo que predomina en esta visión es una conceptualización de la innovación como un fenómeno esencialmente tecnológico. Pero hay que tener en cuenta que la innovación no consiste en “inventar” algo nuevo en un laboratorio, sino que en crear nuevos productos o procesos respecto de los cuales exista disposición a pagar en el mercado.

La amplia gama de startups chilenas que se están proyectando con singular éxito en el mercado global no ha sido la consecuencia de un direccionamiento estatal que los “orientó” a desarrollar cada una de esas iniciativas, sino que el resultado de la fuerza emprendedora de sus impulsores que, en conjunto con los consumidores (“de abajo hacia arriba”), están “moldeando” el desarrollo futuro.

En este contexto, obviamente hay un rol importante para el Estado generando las condiciones de entorno requeridas y “tendiendo puentes” cuando sea necesario para que los distintos actores puedan interactuar de mejor forma entre sí. Pero el rol de los emprendedores y de las señales que entrega el mercado para orientar la asignación de los recursos no son sustituibles.