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GEM Nacional 2022: «Pese a las oportunidades que identifican los emprendedores para iniciar un negocio en Chile, el miedo al fracaso aún es la principal barrera para atreverse»

El Mercurio, jueves 29 de junio 2023.

Factores externos como el alza de materias primas, la crisis pospandemia y la inflación son algunos de los que inciden y generan mayor temor, asegura Maribel Guerrero, directora de GEM Chile.

Con el fin de medir los niveles de emprendimiento en los diversos países del mundo y la identificación de los factores que, en el ámbito institucional, cultural, normativo y de políticas públicas, determinan el nivel de actividad emprendedora es que se creó el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), informe en el que participan más de 80 países, entre ellos el nuestro.
En el reporte general las tres economías más atractivas para emprender son Emiratos, Arabia Saudita y Taiwán.
Mientras que en el contexto latinoamericano, Colombia, Chile y Uruguay son considerados como los mercados con las condiciones más favorables.


En Chile este estudio es realizado por la Universidad del Desarrollo (UDD) y liderado por un equipo de investigadores de la Facultad de Economía y Negocios de esa casa de estudios, integrado por Maribel Guerrero y Claudia Yáñez-Valdés, en alianza con siete instituciones que participan como representantes a nivel regional.
Según los resultados de la última edición GEM Chile 2022, un 80% de la población adulta de entre 18 y 64 años percibe al emprendimiento como una opción de carrera en el país. Asimismo, el 70% advierte que posee los conocimientos y las habilidades necesarias para emprender. De hecho, señalan que tienen modelos de referencia de personas que se han atrevido a dar el salto en los últimos 12 meses.

Sin embargo, solo un 51% de dicha población percibió oportunidades para empezar un negocio en el área donde vive y un 46% manifestó su intención de emprender en los próximos tres años.
Esto respondería principalmente a un dolor que enfrentan los emprendedores a la hora de tomar la decisión de atreverse: el miedo al fracaso.

El estudio señala que un 50% de la población continúa señalando esto como una barrera al momento de materializar las oportunidades de emprendimientos que identifican y que ese temor se vincula, en este último reporte, a la incertidumbre socioeconómica que se ha experimentado a nivel internacional y local (ver infografía).

Maribel Guerrero, directora académica de GEM Chile del Instituto de Emprendimiento, Facultad de Economía y Negocios de la UDD, explica que la actividad emprendedora muchas veces suele ser influenciada por las condiciones sociales, económicas y políticas.

Y en esa línea, añade, los diversos eventos ocurridos en los últimos años como el estallido social, la pandemia del coronavirus y las altas tasas de inflación derivadas de la invasión de Rusia en Ucrania, son condiciones que generan incertidumbre y afectan directamente los costos de las materias primas, los precios de productos/servicios, el valor del dinero y el consumo del cliente final.

Por ello, señala Guerrero, la decisión de invertir en una oportunidad de negocio para ese 50% de la población les resulta más difícil por los diversos factores que generan algún temor, pese a poseer las habilidades y conocimientos necesarios para emprender o incluso habiendo tenido modelos de referencia de otros que lo han hecho, lo que explica también la disminución de la intención a emprender en este último reporte versus el del año previo.

El presidente de la Multigremial de Emprendedores, Juan Pablo Swett, coincide con los factores expuestos por Guerrero y añade que las altas tasas de interés dificultan el acceso al crédito y que el costo de vida está más alto producto de la inflación.

Por lo tanto, asegura que con un panorama económico complejo se hace evidente que existe una mayor incertidumbre de parte de quienes quieren emprender por el riesgo a fracasar en el intento.

Asimismo, Swett sostiene que las barreras y burocracias para emprender en Chile dificultan aún más este camino.

“Hoy una persona que quiere levantar un negocio debe obtener recursos, patentes, permisos municipales, resoluciones sanitarias, entre muchas otras cosas, por lo tanto, las condiciones para levantar un proyecto propio y sacarlo adelante son complejas”, critica Swett.

Alguien que ha vivido de cerca los fracasos a la hora de apostar por sus ideas es Diego Arias, fundador de Desafío Latam.

No obstante, cuenta que más que fallar han sido aprendizajes y que estos son parte esencial de crear luego negocios exitosos.

“Lo que me ha permitido perder el miedo al fracaso en específico con los negocios, es finalmente el perder el miedo a salir de zona de confort de hacer cosas nuevas (iterar aunque sea algo muy distinto), saber cómo bajar riesgos, aprovechar redes y no pensar en que dirá el resto”, asegura Arias.

Así, tras su experiencia y lo que ve en el entorno, el fundador de Desafío Latam menciona que la falta de modelos a seguir, la percepción del fracaso como algo negativo y el estigma social asociado con los emprendimientos fallidos, también influyen en este temor, impactando negativamente.

“El miedo al fracaso puede tener diversos efectos en el ecosistema emprendedor.

A mi modo de ver, el principal impacto es el daño al ecosistema, comunidad, país, mundo, de no ser un ente activo y promotor de nuevas soluciones que el mercado necesita.

Lo que puede limitar la cantidad de personas dispuestas a emprender, frenar la innovación y restringir el crecimiento económico”, indica.

Para enfrentarlo, Arias sugiere en primer lugar promover una cultura emprendedora que valore el aprendizaje a partir del fracaso y celebre los logros de los emprendedores; generar espacios de colaboración y compartición de experiencias entre emprendedores; establecer políticas gubernamentales y programas de apoyo que reduzcan los riesgos financieros y fomenten el acceso a financiamiento para los emprendedores.

Por último, precisa, fomentar la educación emprendedora en instituciones formativas desde temprana edad, para desarrollar habilidades y fomentar una mentalidad innovadora en los jóvenes.

“En mi caso personal, he podido enfrentar y superar el miedo al fracaso al rodearme de un equipo sólido, buscando mentoría, mantenerme actualizado en las tendencias del mercado y aprender de los errores cometidos.

También he valorado el apoyo del ecosistema emprendedor y el respaldo de programas de aceleración y financiamiento disponibles en Chile”, cuenta Arias desde su experiencia de casi una década en el ecosistema local.

Desde la vereda pública

Maribel Guerrero, en tanto, dice que las consecuencias económicas y sociales de un fracaso empresarial suelen ser un tema que requiere más atención en el ámbito de las políticas públicas: “Especialmente en el fortalecimiento de regulaciones sobre quiebra e insolvencia para el emprendedor.

Así como la percepción social del fracaso o cierre empresarial, por ello es importante la socialización de casos empresariales de éxito, modelos de referencia y experiencias de fracasos empresariales”.

Por otro lado, menciona que la intervención del Estado es relevante no solo en su rol de regulación, sino también en su papel estratégico y señala que en Chile, por ejemplo, hay diversas entidades gubernamentales encargadas de administrar los recursos estatales con el propósito de implementar programas y políticas de estímulo.

“Estas políticas fomentan una cultura empresarial que ayuda a reducir el estigma asociado con el fracaso empresarial y hacer que sea más aceptable experimentar con nuevas ideas y modelos de negocio.

Asimismo, la creación de redes y conexiones entre emprendedores y organizaciones empresariales pueden ayudar a fomentar el intercambio de conocimientos y apoyar el crecimiento empresarial”, dice.

En tanto, Swett indica que se debe fortalecer la economía, fomentar el crecimiento y la inversión.

“Que Chile vuelva a retomar su capacidad de crecer, generar empleo y abrir posibilidades a más personas que quieran emprender”, precisa.

Asimismo, sostiene que se deben eliminar barreras burocráticas del sistema para allanar el camino a los emprendedores.

“Hay que simplificar trámites y unificarlos en un solo sitio para que el proceso de conformación de una empresa sea expedito.

Por último, es clave actualizar la política de reemprendimiento, donde no se castigue a quien quiebra y donde se faciliten las condiciones para que esas personas puedan liquidar o reorganizar su antigua empresa para reinventarse creando otra nueva”.

Reducción en la brecha de género

En esta edición del GEM se observan también indicios de una “reducción de la brecha de género” en los últimos diez años, especialmente en los emprendedores nacientes, donde un 51% son hombres y un 49% mujeres.
Además, el estudio muestra una mejora considerable en los diversos niveles de ingresos según el proceso emprendedor y por género, especialmente en los emprendedores nacientes y nuevos empresarios en el tramo de más de $1,2 millones.

Para Guerrero, desde la perspectiva de género las tendencias reflejan perfiles cada vez más similares en niveles educativos (estudios universitarios). Sin embargo, aún hay brechas importantes en los niveles de ingresos, sectoriales y estrategias.
Asimismo, las principales motivaciones para emprender en ambos (hombres y mujeres) suele ser la falta de oportunidades en el mercado laboral. “Seguir reduciendo la brecha de género conlleva una disminución de trabas administrativas o de acceso a financiamiento.

Aún existen diferencias significativas en el tratamiento de una mujer respecto a un hombre, por ejemplo, todavía se requiere el aval del cónyuge como parte de un procedimiento administrativo. Asimismo, promover el ingreso de las mujeres a carreras STEM ya que estas áreas constituyen los empleos del futuro para fomentar el desarrollo sostenible, para impulsar la innovación, el bienestar social y el crecimiento inclusivo entre otros desafíos”, enfatiza.